Todos hablan de transparencia en la cadena

Ricardo Migueláñez. @rmiguelanez

Fecha: 28-Jun-2019

Fuente: Qcom

La Comisión Europea presentó a finales de mayo una nueva propuesta para mejorar el equilibrio en la cadena de suministro de los alimentos, con la pretensión de introducir mayor transparencia en la forma de comunicar la formación de precios de los diferentes eslabones a lo larga de la misma.

Se trata de la tercera iniciativa del Ejecutivo comunitario en este ámbito, tras la aprobación de la directiva que prohíbe una serie de prácticas comerciales desleales, presentada el año pasado y aprobada en abril de 2019, y de la mejora de la cooperación entre los productores.

Estas nuevas normas garantizarán, según la CE, la protección de la totalidad de los agricultores europeos, así como de los pequeños y medianos proveedores, contra tales prácticas comerciales desleales en la cadena de suministro de alimentos.

Si hasta ahora hay bastante información, suficiente o no, eso depende, sobre lo que acontece en los mercados agrícolas (precios, volúmenes de producción, existencias…etc.), no ocurre así en el resto de eslabones de la cadena de suministro alimentario, donde prácticamente no existe información y datos estadísticos contrastables. Es decir, no existe información suficiente sobre los mercados que operan entre los agricultores y consumidores en los niveles de la transformación de alimentos y de la distribución o el comercio minorista.

Mientras que estos eslabones intermedios de la cadena de valor cuentan con información profusa sobre los mercados agrícolas y sobre los precios de venta al público (PVP) de los alimentos, ni productores (agricultores, ganaderos, cooperativas), ni consumidores tienen acceso alguno a la información de transformadores y minoristas sobre la evolución del mercado.

Bruselas
Esa especie de “asimetría informativa” entre los agricultores y otros agentes de la cadena, denuncia Bruselas, supone que los primeros se encuentran en una clara situación de desventaja y esto es un hecho que “merma la confianza en un comercio justo y equilibrado”.

Con la nueva propuesta comunitaria se quiere evitar esa falta de información, esa “falla” informativa, y abrir la llamada “caja negra” sobre los costes intermedios en la cadena agroalimentaria, aunque al parecer con más voluntarismo que otra cosa.

Las diferencias entre los precios de compra y los de venta, reconoce la CE, pueden proporcionar información sobre los costes intermedios que se van generando entre el vendedor y comprador, y que se van añadiendo al precio final de un alimento, tales como el transporte, la logística comercial, los seguros, el almacenamiento, etcétera.

La Comisión considera que una mayor transparencia puede contribuir a que se adopten mejores decisiones empresariales y a que se incremente la confianza entre los distintos eslabones de la cadena de suministro de alimentos para dar lugar a unas prácticas comerciales más leales.

Mercado más transparente

En este “mundo ideal” que dibuja la Comisión, el comisario de Agricultura, Phil Hogan, opina que “el fortalecimiento de los agricultores en la cadena de suministro de alimentos ha sido una prioridad para la CE. En un mercado más transparente podrá accederse en condiciones de igualdad y de mayor claridad a la información sobre los precios, lo que redundará en una cadena alimentaria más justa y equilibrada.”


Las nuevas normas que propone la CE, a juicio del comisario irlandés, “complementarán la Directiva, recientemente adoptada, que prohíbe las prácticas comerciales desleales, reforzando la posición a favor de los agentes más débiles y más pequeños de la cadena de suministro de alimentos, como son los productores”, el eslabón inicial de esa cadena.

En principio, las medidas propuestas se aplicarán a los sectores de la carne, los huevos, los productos lácteos, las frutas y hortalizas, los cultivos herbáceos, el azúcar y el aceite de oliva, y se basarán en los sistemas y procedimientos de recogida de datos que ya existen y que utilizan los operadores y los Estados miembros para notificar la información de mercado a la Comisión, si bien ahora su ámbito de aplicación será ahora mucho más amplio.

¿Cómo funcionará? En pocas palabras, cada Estado miembro se responsabilizará de recopilar datos sobre precios y mercados de su ámbito territorial. Posteriormente, comunicará esos datos a Bruselas. En este punto, la Comisión recomienda que los Estados miembros escojan el enfoque más rentable y que las pequeñas y medianas empresas no sean su objetivo, con el fin de reducir la carga administrativa que exige ese trabajo.

Tras esto, el Ejecutivo comunitario facilitaría el acceso a dicha supervisión, a través del portal de datos agroalimentarios y de los observatorios de los mercados de la UE. Para que funcione todo este engranaje, la CE considera primordial que todos los países proporcionen la información precisa y en el momento adecuado.

La propuesta comunitaria, que ha estado sometida a consulta pública durante estas últimas cuatro semanas, será adoptada por la Comisión Europea para que entre en vigor seis meses después de ser aprobada y publicada en el Diario Oficial de la Unión Europea.


Es justo reconocer que la Comisión ha venido trabajando para tratar de impulsar una cadena de suministro de alimentos más justa y equilibrada, casi desde el principio de su mandato. Ya, en 2016, creó el Grupo operativo sobre mercados agrícolas, con el objetivo de evaluar la función de los agricultores en la cadena global de suministro de alimentos y de formular recomendaciones sobre cómo se puede reforzar y mejorar la misma.

Sobre la base de tales recomendaciones, la Comisión puso luego en marcha, en 2017, una evaluación inicial­ de impacto y una consulta pública sobre la mejora de la cadena de suministro de alimentos, que incluían los tres factores antedichos: las prácticas comerciales desleales, la cooperación entre los productores y la transparencia del mercado, esta última que ahora se propone.

Una reciente encuesta de opinión, realizada a escala de la UE y publicada en febrero de 2018, revela que la gran mayoría de los encuestados (un 88 % del total) considera importante reforzar el papel de los agricultores en la cadena de suministro de alimentos.

En esta misma línea, cabe señalar que el 96 % de los encuestados en la consulta pública de 2017 sobre la modernización de la PAC estuvieron también de acuerdo con la propuesta de que mejorar la posición de los agricultores en la cadena de valor debería ser uno de los objetivos de la política agrícola común de la Unión.

Primero o último eslabón

Todo este trabajo de la Comisión Europea y, en concreto, de su artífice, el comisario de Agricultura, Phil Hogan, no se había intentado con anterioridad y, sin duda, es loable. Pero, ¿es o será suficiente? Nos tememos que no, porque la realidad es que, por ahora, la cadena agroalimentaria sigue funcionando, más o menos, como siempre: la mayor parte de las veces los precios de los alimentos se fijan, no de abajo hacia arriba (eso sería lo más lógico, sumando y añadiendo costes al precio final del producto como sucede en otras actividades económicas), sino que continúa estableciéndose desde arriba, desde la distribución, hacia abajo, constriñendo al máximo los márgenes del primer eslabón (en este caso, sería el último) de la cadena de suministro alimentario.


Buena parte de las respuestas a la consulta pública abierta por la CE desprenden muchas dudas sobre que pueda lograr el objetivo perseguido por el Ejecutivo comunitario de una mayor transparencia sobre la formación de precios en los eslabones intermedios, y de que esa mera información sirva finalmente para crear una cadena de suministro alimentario más equitativa y equilibrada.

Por ejemplo, OMSCo (Reino Unido) la mayor cooperativa de la UE dedicada a producir leche ecológica, aunque está de acuerdo en la necesidad de una mayor transparencia y equilibrio en la cadena de suministro, se muestra escéptica de que la simple recopilación de precios permita una transparencia suficiente en la cadena de suministro que mejore su equidad, dado que hay muchas razones por las que los precios son muy difíciles de comparar u obedecen a decisiones estratégicas entre los proveedores y los clientes. Además, está también el asunto de la confidencialidad, que debe ser respetado en todo momento para no comprometer las relaciones comerciales.

Otra respuesta, la de la Confederación General de Cultivadores de Remolacha Azucarera de Francia (CGB), que también da pleno apoyo a la iniciativa de la Comisión para mejora la información y la difusión del mercado. Sin embargo, se queda de que, actualmente, tras la desaparición de las cuotas, la información disponible para el mercado europeo del azúcar es la más pobre de todos los sectores agrícolas europeos, porque se limita a publicar con tres meses de retraso el precio promedio mensual del azúcar vendido a granel en tres áreas europeas principales, lo que resulta muy insuficiente para que los agricultores puedan reaccionar a tiempo y adapten su actividad.

También la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) considera que se deben adoptar nuevas medidas para aumentar la transparencia en todos los eslabones de la cadena y, aunque se congratula de la propuesta de la Comisión Europea, la considera insuficiente. Esta organización agraria señala que se debe propiciar la obligatoriedad de informar sobre precios para cubrir las lagunas de información existentes en la cadena y la difusión de los datos recopilados en forma debidamente agregada para aumentar la transparencia, con especial interés respecto a los precios percibidos por el eslabón industrial, comercio mayorista y minorista, precios al consumidor, así como respecto a los precios de los insumos agrícolas y ganaderos.

Para COAG, en la actualidad hay una gran transparencia sobre los precios en origen. Sin embargo, esa transparencia se pierde a medida que se avanza en la cadena. Hay una zona de gran oscuridad en el centro de la misma, especialmente en productos transformados.

También considera importante analizar la formación de precios en la primera etapa de la cadena, pues mientras que los precios percibidos por los agricultores son transparentes y están disponibles para todas las partes interesadas, los precios de los insumos y su relación con los mercados mundiales de la energía no se analizan en profundidad. Es necesario monitorizar la evolución de los precios de los insumos para que estos mercados sean más transparentes.