Salud pública / Luis Miguel Ferrer

Fecha: 20-Jan-2021

Luis Miguel Ferrer 
Departamento de Patologia Animal
 Facultad de Veterinaria - Universidad de Zaragoza
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
lmferrer@unizar.es

Hace unos días, mientras ojeaba una revista on line de veterinaria, encontré una entrevista a una compañera de pequeños animales que, en general, estaba acertada, pero su interpretación, desde el mundo de los pequeños animales, merece alguna puntualización, por lo menos, en un par de párrafos.

En uno de ellos comenta “En cuanto a cómo fidelizar al cliente. "Debemos apostar por la medicina de calidad. No sólo tratar las enfermedades, sino también prevenirlas". ….. "Hay que atender a cada paciente de forma individualizada, realizar un seguimiento minucioso de los casos con llamadas telefónicas e intentar llegar al diagnóstico definitivo con la ayuda de especialistas".

Sobre la primera parte, basta con recordar el dicho popular: “Más vale prevenir que curar”. Esta pequeña, pero densa, frase sirve para todo el sector agroalimentario, desde ganaderos y agricultores a veterinarios y agrónomos, y ha sido y sigue siendo el paradigma de la salud. Los programas de manejo y sanitarios aplicados de forma rutinaria, son la base de la producción primaria.

Sobre la segunda parte, el diagnóstico, ya hablé en artículos anteriores sobre la imposibilidad de establecer cualquier programa sanitario o tratamiento sin haber llegado a un diagnóstico previo, aunque sea un diagnóstico presuntivo, para poder centrar el tema.

Poner tratamientos “a ojo” o “utilizarlos como preventivos” nos ha llevado al abuso de los mismos y a la nefasta situación actual, que ha originado multiresistencias, que afectan tanto a la salud animal como a la humana y que, ahora, tenemos que corregir a prisa y corriendo.

Un par de párrafos más abajo y preguntada por algunos aspectos de la crisis de la COVID-19, responde: “Hacia este camino se dirige el enfoque one health.” "Las clínicas privadas somos el primer frente en la prevención de zoonosis. La administración debe darse cuenta de esto y ayudar a que podamos realizar esta labor de manera sencilla y con la autoridad que nos otorga nuestra profesión".

Esta afirmación me resulta muy parcial. Decir que las clínicas privadas de animales de compañía son el primer frente de prevención de zoonosis y olvidar a todo el sector primario de la alimentación animal y vegetal, incluyendo transporte y mataderos, es una afirmación que me duele, como veterinario de campo que fui en su momento, y que no comparto.

La gente cree descubrir en la terminología inglesa lo que es tradición latina. Hubiese preferido el viejo lema veterinario: “Hygia pecoris salus populi”, que forma parte del emblema de nuestra profesión. No creo que al animal actual de compañía lo podamos incluir en “pecoris”, pero si entiendo y prefiero que se incluya y proteja la salud de las mascotas como una pieza más del rompecabezas sanitario.

También, me gustaría recordar la conocida y certera frase del químico y microbiólogo francés Louis Pasteur que decía: “la medicina cura al hombre, la veterinaria cura a la humanidad”. Los profesionales del sector primario tenemos mucho que decir en este tema y, en el caso de la crisis actual, si no hubiésemos mantenido un mercado agroalimentario abundante y de calidad higiénica y sanitaria excepcional, la crisis hubiese sido una catástrofe. Sin nuestra colaboración, han intentado solucionar la crisis, mal, pero lo han hecho y eso no ha sido bueno para nadie.

Qué la Administración no haya tenido en cuenta a la profesión veterinaria, y a otras que también juegan un papel importante en la alimentación y en la salud, es uno de los muchos fallos de la gestión de esta crisis, pero no seré yo quien se lo reproche, mejor que sea un premio nobel: “Sonroja pensar que abundan los hombres de Ciencia que menosprecian a la Veterinaria moderna, tan digna de todos los respetos y consideraciones y que tanto puede influir, muy positivamente, en la riqueza y salud de los pueblos” (Santiago Ramón y Cajal).

No obstante, quizás deberíamos hacer autocrítica y reflexionar como profesión y, en vez de exigir que se nos considere, deberíamos trabajar con más seriedad y acierto hasta que no haga falta que se nos reconozca, sino que nuestra ausencia sea un grave problema para la sociedad y una situación insalvable para la Administración.

El progreso viene acompañado de una pérdida de memoria. Hemos olvidado de qué enfermedades morían muchos de nuestros antepasados y nos cuesta reconocer hasta qué punto ha contribuido la veterinaria a la remisión de esas enfermedades y a paliar el hambre. No han descubierto nada nuevo, podrían haber escuchado a los que siempre hemos trabajado en algunas “cosillas” de salud pública como: brucelosis, tuberculosis, hidatidosis, listeriosis y toda una interminable lista de “osis” que no han escuchado mientras dormitaban como “osos”.