Nutracéuticos y alimentos funcionales: Hacia un nuevo paradigma en la alimentación. / José Manuel Lou

Fecha: 28-Jan-2020

José Manuel Lou
Departamento de Farmacología y Fisiología
 Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte - Universidad de Zaragoza
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
Instituto de Investigaciones Sanitarias de Aragón (IIS Aragón)
CIBER-OBN Instituto de Salud Carlos III
mlou@unizar.es

No es nuevo el papel que la medicina ha atribuido a los alimentos en relación a la salud humana. Ya el el siglo V a.C,  Hipócrates planteó el potencial de una alimentación correcta en la prevención y el tratamiento de la enfermedad. A él se atribuye el adagio “que los alimentos sean tus medicamentos”. También se atribuye a Maimónides (siglo XII dC) la reflexión  “El conocimiento de la nutrición es lo más útil en el campo de la medicina, debido a la constante necesidad de alimentos tanto durante la salud como durante la enfermedad”. Otras medicinas tradicionales (ayurvédica, etc) también consideran a la alimentación un pilar fundamental de la salud. En la actualidad sabemos que ésta “es un pilar fundamental de la salud. A través de la dieta podemos evitar o fomentar las enfermedades”.

En el mundo actual cada vez se le da más importancia a la nutrición como un factor trascendental en un estilo de vida saludable. Pero en algunos ámbitos quizá se le está dando una importancia desmesurada… parece que por sí sola la ingesta de determinados alimentos puede ayudarnos a evitar el cáncer y otras enfermedades crónicas, a mantenernos jóvenes,… Se están diseñando y vendiendo alimentos funcionales para casi todo…

Es cierto que una alimentación inadecuada puede ser causa de enfermedad: grasas trans, exceso de colesterol, de grasas saturadas, de sal,… pueden contribuir a la aparición de enfermedades como la aterosclerosis, síndrome metabólico, hipertensión, e incluso el cáncer. Por consiguiente podemos mejorar nuestra alimentación reduciendo estos componentes no saludables. En nuestra opinión la industria alimentaria debería tomar nota de estos conocimientos y ser pionera en la erradicación o minimización del uso de estos componentes para contribuir a mejorar la salud de la población.

Por otro lado, la alimentación adecuada es fuente de salud ya que nos aporta tanto los macronutrientes como los micronutrientes necesarios para vivir. Algunos son nutrientes esenciales que deben ser administrados necesariamente con la dieta si queremos mantener un funcionamiento correcto de nuestro organismo. La industria alimentaria puede y debe contribuir a que la alimentación sea saludable garantizando el aporte equilibrado de todos los nutrientes necesarios. Pero los alimentos son una fuente de salud no sólo por aportar los macronutrientes y micronutrientes necesarios para cubrir las necesidades vitales (energéticas, plásticas y reguladoras). Los alimentos presentan otros componentes, los denominados nutracéuticos,  que están demostrando un papel importante en el mantenimiento de la salud e incluso ayudando a luchar contra la enfermedad. La mayoría de las veces estos nutracéuticos son componentes minoritarios presentes en los alimentos de origen vegetal (polifenoles, etc.), aunque también presentes, algunos de ellos, en alimentos de origen animal (CLA,…). Algunos nutracéuticos pueden ser nutrientes esenciales conocidos desde hace tiempo, pero que recientes investigaciones están mostrando un nuevo potencial en la lucha contra la enfermedad (ej: omega-3 como precursores de las resolvinas). Estos nuevos conocimientos respecto a la funcionalidad de estas moléculas nutracéuticas puede ser de interés para la industria alimentaria, aunque sería conveniente emplear esta información, que se está incrementando de forma exponencial, con cautela.

Los nutracéuticos pueden contribuir a nuestra salud, pero ni debemos pensar que son milagrosos, ni que pueden resultar inocuos (natural no quiere decir siempre bueno). La investigación en este campo (tanto a nivel básico como clínico) es fundamental para seguir profundizando en los mecanismos de acción de estas moléculas nutracéuticas, y para demostrar todo su potencial en la prevención y en el tratamiento (como coadyuvantes) de algunas enfermedades. Pero también habría que tenerlas en consideración por su posibilidad de interferir en los mecanismos de acción de ciertos fármacos, etc… 

Con la investigación adecuada podemos contribuir a mejorar la salud de nuestros conciudadanos, a aumentar el valor añadido de nuestros productos agraoalimentarios ayudando a su proyección en el mercado interior y exterior, a aumentar el valor añadido de algunos subproductos de la industria agroalimentaria que pueden pasar de ser considerados como residuo a ser considerados como una materia prima más para la purificación de moléculas nutracéuticas o para su uso en alimentación animal e incluso humana, en el desarrollo de alimentos funcionales, etc… contribuyendo al desarrollo de una economía circular que permita disminuir la cantidad de residuos y obteniendo mayores beneficios.

Sin embargo, no queremos crear falsas expectativas; del mismo modo que por tomar un día una dieta poco saludable  no vamos a enfermar, tampoco vamos recuperar la salud perdida por tomar una alimentación saludable rica en nutracéuticos durante unos pocos días. Es necesario mantener una dieta equilibrada y saludable de forma continua para que ésta ayude a mantener un estado óptimo de salud. Por otro lado los nutracéuticos tienen mecanismos de acción muy diversos,  a veces en algunos de ellos se focaliza la atención sobre un mecanismo de acción concreto (ej: efecto antioxidante) desatendiendo otros que pueden ser muy importantes en el mantenimiento de la salud pero que también podría justificar algún posible efecto perjudicial (ej: interacción con diversas vías de señalización intracelular,…).

Por ello una vez más reclamo prudencia a la hora de comercializar estos nutracéuticos purificados (muchas veces comercializados a dosis altas), y a la hora de hacer posibles alegaciones de salud sobre supuestos alimentos funcionales. Además insisto en el interés de investigar en este campo desde una perspectiva interdisciplinar donde ingenieros agrónomos, veterinarios, tecnólogos de los alimentos, químicos y por supuesto médicos, nutricionistas, biólogos, farmacéuticos, etc… puedan contribuir al desarrollo de éste campo tan apasionante.