Métodos para la predicción y control del mildiu de la vid

El mildiu es una enfermedad producida por el hongo Plasmopara viticola (Berl. & de Toni) que afecta a todas las partes verdes de la vid, principalmente a hojas, inflorescencias y bayas. Fue introducido en Europa accidentalmente a finales del siglo XIX, probablemente a través de patrones que se importaron de Norteamérica para solucionar el problema de la filoxera. Actualmente es una enfermedad endémica en algunas regiones de la mitad norte de España, y puede llegar a producir pérdidas de cosecha muy graves. En El Bierzo (León) aparece prácticamente todos los años, y en algunas parcelas ha ocasionado la pérdida total de la cosecha.

Fecha: 07-Feb-2020

Fuente: Innovagri

 

Plasmopara viticola se reproduce sexual y asexualmente. La forma de reproducción sexual es a través de las oosporas, de tamaño microscópico, que se forman en las hojas infectadas, usualmente en las lesiones de mildiu “en mosaico” que aparecen en ho­jas a finales de verano y en otoño. Las oosporas pasan el invierno sobre la hojarasca caída en el viñedo o enterradas. Cuando alcanzan la madurez fisiológica pueden iniciar la germinación si las condiciones ambientales son favorables.

Sin embargo, debido a que se pueden formar durante un período de varios meses, las poblaciones de oosporas no son coetáneas y pueden germinar escalonadamente durante el año siguiente, e incluso retrasarse más de un año. Un estudio ha de­mostrado que las oosporas permanecen viables al menos 65 meses después de que se hayan producido. Su germinación está regulada por la temperatura y la hu­me­dad.

Una vez germinadas forman esporangios capaces de vivir unos pocos días y liberar entre 4 y 8 zoosporas en presencia de agua libre. Las zoosporas son biflageladas y muy sensibles a la falta de humedad. Mueren rápidamente cuando el agua se seca. Las zoosporas viables producidas en el suelo son dispersadas por las salpicaduras de la lluvia hacia las hojas, donde nadan buscando un estoma.

Cuando lo encuentran se deshacen de los flagelos y emiten un tubo germinativo que penetra por el estoma, y comienzan la producción de hifas que invaden el tejido de la hoja y tras un período de incubación producen los síntomas conocidos como “mancha de aceite” sobre la superficie de las hojas (Rossi et al. 2013). Si el órgano atacado es la inflorescencia, se produce el marchitamiento del raquis y la inflorescencia se retuerce en forma de “S”. Si la infección entra en las bayas del racimo, estas se necrosan total o parcialmente, dando lugar al mildiu “larvado”. Una vez enveradas, las bayas son inmunes al mildiu.

Todo este proceso es conocido como infección primaria y es invisible a simple vista. Solo se hace visible en el momento en que aparecen los síntomas. Es un proceso compuesto por varias etapas: la formación de oosporas en hojas enfermas del año anterior, maduración de las oosporas, su germinación en la hojarasca para dar lugar a los esporangios que producirán las zoosporas, y por último, la dispersión de estas a la nueva vegetación de la vid, donde pueden germinar dando lugar a una nueva epidemia de mildiu.

La duración del período de incubación, desde que se produce la infección a través del estoma hasta que se manifiestan los síntomas en el exterior de la hoja es también un proceso que depende de la temperatura y la humedad, y que está es­tudiado por varios autores (Goidanich et al, 1957; Rossi et al., 2008). Además de­pende del tipo de tejido en el que se produce: el período de incubación en bayas es más largo que en hojas.

Una vez finalizada la incubación, que puede durar entre 5 y 18 días, P. viticola es capaz de emitir esporangióforos que portan esporangios. Los esporangios contienen zoosporas producidas asexualmente, que son el inóculo responsable de las in­fecciones secundarias. Las infecciones secundarias atacan igualmente a todas las partes verdes de la vid y producen los mismos síntomas que las primarias. A partir del estado fenológico K, las bayas pueden infectarse pero ya no emitirán esporangióforos, por lo que las lesiones en racimo a partir de este estado se conocen como mildiu “larvado”.

Importancia de las infecciones primarias

Antes se pensaba que P. viticola producía una única infección primaria, a partir de la cual el hongo continuaba su expansión en el viñedo principalmente mediante infecciones secundarias de origen asexual. Sin embargo, el estudio detallado de los mecanismos que intervienen en la infección primaria y en particular estudios moleculares realizados en 39 viñedos de toda Europa durante cuatro años (Gobbin et al., 2006), han permitido concluir que pueden producirse varias infecciones primarias a lo largo de un único período vegetativo del viñedo.

Por otro lado, se ha com­probado que la dispersión posterior de la enfermedad a través de las infecciones secundarias es limitada, y solo alcanza unas pocas hojas o unas pocas cepas alrededor de la lesión inicialmente causada por una oospora. Las migración de las zoosporas asexuales es por lo general me­nor de 20 metros, aunque en algún caso se ha visto que podía superar los 130 metros (Gobbin et al., 2005)

Así pues, las oosporas juegan un papel clave en el desarrollo de las epidemias de mildiu: no sólo las desencadenan, sino que contribuyen de modo importante a su desarrollo durante buena parte del período vegetativo del viñedo, cuando ambos tipos de esporas, sexuales y asexuales, pueden producirse.

 

Modelos para predecir el mildiu

En consecuencia, los modelos epidemiológicos de predicción del mildiu han tenido que revisarse. El cambio clave radica en que debemos estar dispuestos a esperar una infección primaria en cualquier mo­mento desde que la vid tiene estomas viables hasta que se produce el envero de los racimos. Incluso aunque ya se haya producido una infección primaria, pueden venir más.

Por otro lado, los nuevos mo­de­los incorporan varios algoritmos para tratar de predecir cada etapa de la infección primaria que, como se ha visto, se compone de varios procesos biológicos encadenados. Por ejemplo, el modelo Viti­Me­teo Plas­mopara (Dubuis, Viret et al., 2012) descompone la infección primaria en cuatro partes, cada una regulada por un algoritmo distinto. Lógicamente, un proceso tan complejo es difícil de modelizar.

En la Estación de Avisos de El Bierzo hemos utilizado diversos modelos para predecir las infecciones de mildiu: modelo de las estaciones automáticas Lufft HP-100 (Viret et al., 2001), Goidanich (Goi­da­nich et al., 1957). Posteriormente se ha com­probado en campo el momento en que realmente ha ocurrido la primera infección, la aparición de las primeras man­chas, en hoja o en racimo, y el estado fenológico de la viña en ese momento.

Se han registrado todos estos datos desde 2002 hasta 2019 y ha podido comprobarse que el porcentaje de aciertos en las predicciones de estos modelos está en torno al 50%. No es una fiabilidad buena, pero nos deja del lado de la seguridad, porque aunque los modelos predicen muchas veces infecciones que luego no ocurren en realidad, sólo un año dejaron de predecir una infección que sí se produjo en el campo. Los modelos son mucho más fiables en la estimación de la duración del período de incubación de la infección una vez que esta ocurre.

 

Modelo de las Lufft HP-100

El modelo de las Lufft HP-100 (Viret et al., 2001) busca las siguientes condiciones necesarias simultáneamente para que ocurra una infección oospórica: i) el sumatorio de temperaturas medias diarias por encima de 8oC ha superado los 160oC/día, ii) hay entre 8 y 10 mm de lluvia recogida en 24 horas, iii) la temperatura media es superior a 10oC durante el período. En el caso de Goidanich, establece que las condiciones precisas para que se produzca una contaminación primaria son: oosporas maduras, brotes de la vid de unos 10 cm, lluvia superior a 10 mm en uno o dos días, y temperatura media superior a 12oC.

Estas condiciones suelen resumirse en la Regla de los Tres Dieces o de los Tres Onces, utilizada popularmente como predictor de una infección primaria. En El Bierzo hemos podido comprobar que temperaturas muy por debajo de 10oC pueden ser suficientes para que se produzca una infección. En 2010 se produjo una infección primaria de mildiu con temperaturas nocturnas de entre 4 y 8oC.
También lluvias muy por debajo de 10 mm pueden ser infectivas. En 2006 se produjo una infección primaria con una precipitación de 3 mm. Es el único año en que los modelos no predijeron infección y sin embargo ésta ocurrió realmente en campo.

La pata más robusta de la Regla de los Tres Dieces es la que dice que los brotes han de tener al menos 10 cm de longitud para que el tejido vegetal esté receptivo a la infección. Efectivamente, nunca hemos tenido infección de mildiu antes del estado fenológico F (estado de racimos visibles), que se corresponde aproximadamente con una longitud de brote de 10 cm. Es probable que este estado coincida con la aparición de estomas viables sobre el tejido vegetal de nuestras variedades, estomas que son la puerta de entrada del patógeno.

Por otro lado el estado fenológico E-F (hojas extendidas-racimos visibles), se produce en El Bierzo aproximadamente cuando el sumatorio de temperaturas medias por encima de 8oC alcanza el valor de 160oC /día, momento en el que hay un diámetro medio de hoja de unos 3,5 cm. Este sumatorio es el que necesitan las oosporas para estar maduras y poder dar lugar a la infección primaria según el Modelo de Gehmann (Gehmann, 1987).

 

Modelo VitiMeteo

Los modelos actuales tienen en cuenta muchos más factores que pueden afectar al proceso de infección primaria. Por ejemplo VitiMeteo utiliza las siguientes condiciones (figura 1):

  1. Maduración de las oosporas: requiere que el sumatorio de temperaturas medias por encima de 8oC alcance el valor de 140oC /día.
  2. Germinación de las oosporas: varios algoritmos.
  3. Dispersión de las zoosporas producidas tras la germinación:
    a. Intensidad de lluvia superior a 3 mm/h.
    b. Temperatura superior a 8oC durante 6 horas después de la germinación.
  4. Infección primaria: acumulación de más de 50oC/hora durante el período que las hojas permanecen húmedas.

Aún así, la fiabilidad de VitiMeteo no es buena (figura 2). La ocurrencia de una infección primaria de mildiu sigue siendo un proceso biológico muy complejo y difícil de predecir. Tras varios años de estudio del mildiu en nuestra zona, se concluye que las infecciones primarias en El Bierzo tienen las siguientes características generales:

  • Pueden tener lugar en cualquier momento entre los estados fenológicos F (racimos visibles) y L (cierre del racimo) (figura 3). En nuestras condiciones, estos estados se desarrollan durante los meses de mayo, junio y julio. La infección primaria más temprana en los años del estudio se ha producido el día 1 de mayo (en 2011), que se correspondió con un estado fenológico F-G.
  • Se desencadenan en presencia de pre­cipitaciones.
  • Requieren oscuridad y temperaturas en torno a 10oC, pero con temperaturas inferiores y superiores también pueden ocurrir. A lo largo de todos estos años se han producido en un rango de temperaturas comprendido entre 4 y 15oC.
  • Pueden producir daños en hoja, inflorescencias o racimos. Si ocurren antes del estado fenológico H suelen producir sólo manchas en hoja. Si atacan a la inflorescencia a partir del estado fenológico H, producirán daños en ra­cimos “en S”, con la consiguiente pérdida de racimos. Si la infección ataca al racimo en estado fenológico K o L, producirán mildiu larvado en racimo, produciendo también pérdidas de co­secha y deterioro de la calidad. Rara vez aparecen lesiones en pámpano o zarcillos.
  • En ocasiones, las infecciones primarias son masivas (muy extendidas en toda la comarca y con incidencia grave en cada parcela) y pueden producir pérdidas económicas graves.

Figura 3. Frecuencia de aparición de la primera infección de mildiu del año en función del estado fenológico de la vid en El Bierzo (León). Período 2002-2019.

Pero esto no aclara por qué hay mu­chas veces en que se dan las circunstancias anteriores y sin embargo no se producen infecciones. Esto nos lleva a aplicar tratamientos innecesarios. Sin embargo no queda más remedio que actuar preventivamente y dar esos tratamientos “extra”, ya que en parcelas no tratadas a tiempo los daños por mildiu han llegado a ser del 100%. En viñedos ecológicos de la variedad Palomino, el mildiu arrasó con la totalidad de los racimos en 2016, tras un ataque de mildiu severo y extendido por toda la comarca que tuvo lugar a principios de junio.

Otra cuestión a tener en cuenta es el hecho de que puede haber años en los que el mildiu no aparece y sin embargo al año siguiente sí, y puede hacerlo de for­ma grave. En El Bierzo en 2003 hubo una infección de mildiu larvado grave y generalizada en toda la DO, a pesar de que en 2002 no hubo ni rastro de la enfermedad en toda la comarca.

 

Control de la enfermedad

La aplicación de fungicidas es necesaria para controlar el mildiu porque las medidas culturales y preventivas alternativas al control químico no son efectivas, ni siquiera el uso de variedades tolerantes. Por suerte, tenemos un gran número de materias activas eficaces autorizadas. Sin embargo, los tratamientos químicos en ocasiones no se aplican a tiempo, debido a la repentina aparición de infecciones totalmente inesperadas y al fallo de algunas predicciones de infecciones que luego no llegan a ocurrir.

Daños por mildiu en racimo cerrado. Cuando la infección ataca a los racimos en estado fenológico K o L, se manifiestan los daños como “mildiu larvado”, debido a que las lesiones necrosan las bayas pero ya no son capaces de esporular al exterior, la epidermis de las bayas se engrosa demasiado y los esporangios ya no pueden atravesarla.

Por ello el uso de sistemas de avisos basados en modelos epidemiológicos debe ser impulsado y mejorado. Los sistemas de alerta pueden reducir el número de tratamientos, disminuyendo así el coste económico y el impacto ambiental de los mismos.

Pero hasta ahora, los modelos epidemiológicos que hemos utilizado nos sirven de orientación, son una ayuda para la toma de decisiones, pero no son una ciencia exacta. Siempre es necesario comprobar en campo lo que realmente ocurre, y puesto que los modelos disponibles tienen fallos, es preciso proteger el viñedo de manera preventiva durante el período en que una infección de mildiu puede producir daños graves: desde el estado fenológico H hasta el envero. En este período siempre es mejor aplicar fungicidas antes de las lluvias infectivas.

Los tratamientos curativos (fungicidas sistémicos y penetrantes) sólo son eficaces si se aplican uno o dos días después del momento de infección, en los estados iniciales de crecimiento de las hifas de P. viticola en el tejido vegetal. Esto nos deja muy poco margen de maniobra, y por ello solo debe de recurrirse a tratamientos curativos en casos extremos.

A la hora de aplicar un tratamiento fungicida es necesario considerar las características técnicas del fungicida que apliquemos, como persistencia, modo de acción y generación de resistencias. Pero además hay que tener en cuenta algunas consideraciones de manejo:

  • ¿Cuántas parcelas de viñedo tenemos que tratar? ¿Cuántos días tardamos en tratar la explotación entera con los medios de que disponemos? Si tardamos varios días, el control preventivo es imprescindible.
  • ¿Qué tipo de mantenimiento del suelo utilizamos en nuestro viñedo? Si labramos el suelo, hay que valorar la posibilidad de que con suelo húmedo por lluvias no podamos entrar luego a tratar. En este caso también cobra más relevancia el control preventivo del mildiu.