Ambas plagas pueden considerarse parásitos claves de los frutales, puesto que su falta de control efectivo acarrea pérdidas de cosecha en porcentajes muy importantes e incluso totales.

Cydia pomonella o carpocapsa, afecta tanto a las especies de frutales de pepita como al nogal. Las larvas de esta especie nacen de huevos colocados por los adultos en las hojas o en la superficie de los frutos y rápidamente intentan penetrar al interior de los mismos hasta alcanzar las semillas.

Desde hace años, para el control de esta plaga se utiliza con notable éxito la técnica de la confusión sexual. Se basa en la colocación de difusores de feromona sintética en las parcelas, de manera que se logra enmascarar el efecto atrayente que la feromona natural segregada por las hembras ejerce sobre los machos. De este modo no se producen acoplamientos y se impide la reproducción. La principal limitación de esta técnica reside en la necesidad de disponer de una superficie continua tratada de al menos algunas hectáreas. Además, para su correcto funcionamiento, los difusores deben colocarse en la dosis establecida por el fabricante, siempre antes del inicio de la emergencia de los adultos, hacia el mes de abril, y en los lugares más altos de las plantaciones.

En Registro de Productos Fitosanitarios están autorizados formulados que pueden utilizarse en agricultura biológica. Se trata de dos organismos entomopatógenos, por un lado la bacteria Bacillus thuringiensis kurstaki, capaz de provocar enfermedad en las larvas de los lepidópteros y, por otro, un virus, el de la granulosis de la carpocapsa, que produce la muerte de las larvas de carpocapsa. Ambas sustancias son muy selectivas, inocuas tanto para el aplicador como para el consumidor y con un plazo de seguridad muy corto. Las principales limitaciones radican en su baja persistencia, la facilidad para degradarse en condiciones de campo y el hecho de que la plaga puede producir algunos daños en el periodo durante el que se desarrolla la enfermedad en su organismo.
La sustancia activa spinosad está registrada para el control de carpocapsa en manzano y peral, y autorizado su uso en el anexo II del Reglamento (CE) Nº 834/2007 del Consejo, de 28 de junio.

La mosca mediterránea de las frutas (Ceratitis capitata) puede causar daños en prácticamente todos los frutales, tanto de hueso como de pepita. Este díptero posee un potente oviscapto con el que rompe la epidermis del fruto para colocar sus huevos en el interior. De estos huevos nacen larvas que, como consecuencia de su alimentación, crean cavernas en el interior de la pulpa.

En el caso de la mosca de la fruta, para atenuar los daños, pueden emplearse métodos culturales tan sencillos pero eficaces como la retirada o destrucción rápida de todos los frutos tras la recolección. El tradicional embolsado de frutos que se practica en algunas variedades y comarcas es un método físico para impedir los daños de esta plaga.

En el control tecnológico de la mosca de la fruta se emplean atrayentes alimenticios, que, colocados en el interior de una trampa a veces junto con una sustancia insecticida (generalmente deltametrin), producen la captura de los adultos. En función de las características de las parcelas, del momento de la recolección y de los niveles de las poblaciones, el número de mosqueros colocados oscila entre 50 y 75 por cada hectárea. Del mismo modo funcionan los métodos denominados “de atracción y muerte”, donde en vez de capturar los adultos, estos mueren al contactar con una placa impregnada de deltametrin.

Un insecticida biológico, formulado a base del hongo Beauveria bassiana puede utilizarse también para reducir la población de esta especie.

Carlos Mª Lozano Tomás - Centro de Sanidad y Certificación Vegetal - Gobierno de Aragón