
Importancia del diagnóstico en el control de tratamientos antibióticos / Luis Miguel Ferrer

Fecha: 17-Dec-2019
Tags: bienestar animal , Antibióticos , salud
Luis Miguel Ferrer
Departamento de Patologia Animal
Facultad de Veterinaria - Universidad de Zaragoza
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
lmferrer@unizar.es
Todo el día estamos escuchando malas noticias de resistencias a los antibióticos, pero ¿por qué? Obviamente, la respuesta es “porque lo hemos hecho mal”, e inmediatamente, todos comenzamos a quitarnos las culpas.
Realmente, todo el sector productivo tenemos la culpa, unos más que otros, pero la tenemos y tenemos que responder a los retos que nos exigen.
Durante las 5 o 6 últimas décadas, las necesidades de alimentos han ido aumentando y paralelamente ha aumentado la producción hasta satisfacer nuestras necesidades e incluso generar excedentes.
En este desarrollo de los diversos sectores primarios productores de alimentos hemos hecho progresos increíbles en diferentes áreas, desde la alimentación a la comercialización, pasando por la genética, el manejo y todo lo que queramos meter en este amplio saco.
Sin embargo, hemos sido poco cautos en algunos aspectos y quizás uno de los más despreciados y menos tenidos en cuenta ha sido la enfermedad, la patología en el sentido más amplio. Esa palabra resulta odiosa en producción animal y mejor ni nombrarla.
Durante décadas hemos preferido llevar la estrategia del avestruz, esconder la cabeza para no ver el peligro. Para no tener problemas sanitarios que nos mermaran la producción, hemos usado todo tipo de fármacos y aquí quiero excluir los ilegales, que esos siempre fueron fraude.
Los tratamientos se emplearon de forma preventiva y de forma indiscriminada, pero ¿contra qué? Eso no importaba, se utilizaban para no tener problemas “de forma preventiva”, pero sin, ni tan siquiera, haber visto los animales, ni haber pasado por la granja y por supuesto, sin un diagnóstico que nos permitiera trabajar con coherencia. De ese punto parte el problema.
De repente, ante la aparición de graves problemas de resistencias a los diferentes fármacos, aparecen informes de la Organización Mundial de la Salud y a algún erudito se le ocurre acuñar la frase “Un mundo, una salud” haciendo propia la frase “una medicina, una salud” de Rudolf Virchov (1821-1902) y que especifico Louis Pasteur (1822-1895) con su frase “la medicina cura al hombre, la medicina veterinaria cura a la humanidad” y se comenzó a hablar de la importancia de la salud universal.
Ha pasado el tiempo y seguimos con el mismo pensamiento: la salud y el bienestar de todos. El problema es que no entendemos que bienestar animal y humano son diferentes y humanizamos a los animales con tratos que a nosotros nos parecen lógicos. Nada más lejos de la realidad. El animal tiene un comportamiento propio y a eso debemos adaptar su bienestar.
Bienestar animal no es ir a despedir a los animales que van al matadero, sino que consiste en que vayan sanos y hayan vivido correctamente, no como humanos, sino como animales.
La salud es la base del bienestar para humanos y animales. No es posible hablar de bienestar con animales enfermos y para poder curar o prevenir, lo primero hay que saber diagnosticar. Sin un buen diagnóstico, no podemos aplicar tratamientos preventivos ni curativos adecuados, sino que más bien lo que hacemos es matar moscas a cañonazos.
Esto, que se ha hecho durante décadas, ha sido un error y una de las causas del problema. En cualquier especie, el tratamiento o la prevención debe ir precedida de un buen diagnóstico y esto es complicado. Pretender diagnosticar únicamente las enfermedades importantes es una estupidez; primero diagnostiquemos y a posteriori sabremos la importancia del proceso, si es un caso esporádico o una epidemia.
Desde el Servicio Clínico de Rumiantes del Hospital Veterinario de la Universidad de Zaragoza, intentamos diagnosticar lo que a nuestros compañeros les resulta difícil en su día a día por la escasez de medios que tienen y esto mejora la eficacia de los tratamientos y favorece una correcta prevención.
Dejar de tratar a los animales para evitar residuos en la carne no tiene ningún sentido. Ningún producto llega a la cadena alimentaria con residuos, nunca habíamos comido mejor ni tan sano. Los periodos de supresión aseguran la inocuidad y dejar de tratar a los animales, cuando lo necesitan, es cruento, inhumano y no garantiza la calidad de los productos sino la difusión de las enfermedades y empeora en gran medida el tan comentado bienestar animal.