Importancia del cobre en la alimentación del niño / Jesús Fleta

Fecha: 03-Nov-2020

Jesús Fleta
Departamento de Fisiatría y Enfermería
 Facultad de Ciencias de la Salud - Universidad de Zaragoza
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
jfleta@unizar.es

Dentro de la alimentación infantil, los temas relativos a las necesidades de principios inmediatos, son bien conocidos y estudiados, sin embargo al papel desarrollado por algunos minerales, entre ellos, el cobre, no se les da la importancia que merecen. El cobre es uno de los oligoelementos más importantes del cuerpo humano, interviene en la regulación de múltiples procesos metabólicos y va siempre ligado a una proteína. Pese a desempeñar un papel fundamental, su peso representa solamente el 0,00029% del peso corporal total y su acción es indispensable para la composición y la actividad de diversos enzimas.

A principios del siglo pasado se confirmó que formaba parte de los tejidos vegetales y de las estructuras animales y a principios del siglo XX se demostró su efectividad para tratar a ratas anémicas. Desde entonces se han realizado múltiples estudios que relacionan su deficiencia con diversas alteraciones en humanos, sobre todo en niños. Se absorbe en el estómago y en la región proximal del intestino delgado y esta acción se ve modificada por algunos factores, como el pH, calcio, vitamina C, hidratos de carbono, hierro y zinc. Se llega a absorber en un 40% y existe mayor disponibilidad a partir de la lecha materna que de la lecha de vaca.

Tras su absorción llega al hígado por vía portal y se liga a la albúmina. En el hígado se deposita hasta el 70% en el recién nacido y el 10% en el adulto. También se deposita, en menor cantidad, en cerebro, músculos, huesos, corazón, riñones y cabello. En el recién nacido los niveles de cobre son de 50 mcg/100 ml y esta cifra se va incrementando hasta llegar a los 100 mcg/100 ml en el adulto. En la sangre el 90-95% del cobre está unido a la ceruloplasmina, el 5% a la albúmina y un 1% a los aminoácidos. Su excreción de lleva a cabo por la bilis, fundamentalmente.

Figura 1. Alimentos ricos en cobre. Disponible en:

https://saludyperdidadepeso.com/10-alimentos-ricos-en-cobre.html

Las fuentes principales de cobre son los pescados, especialmente las ostras; también son ricos en cobre las vísceras, como el hígado y los riñones, frutos secos, sobre todo nueces, chocolate y vegetales verdes. La leche humana contiene 30 mcg/100 ml como tasa media y el calostro es algo más rico en este mineral. La leche de vaca contiene cantidades menores: 10 mcg/100 ml de media. La concentración de cobre en las leches de fórmula suele ser de 20 mcg/100 ml. Figuras 1 y 2.

Figura 2. Contenido de cobre de algunos alimentos por cada 100 g. Disponible en:

https://www.elbloginfantil.com/nutricion-infantil-alimentos-ricos-cobre.html

Sus funciones son variadas. Forma parte de diversos metaloenzimas, como por ejemplo, la citocromo oxidasa, que interviene en la liberación de energía; la ceruloplasmina que interviene en la transformación del hierro de su forma ferrosa a forma férrica, lo que permite que el hierro se una a la transferrina, por ello su deficiencia puede producir anemia hipocrómica. También interviene en la formación del colágeno y la elastina, lo cual explica los trastornos que su carencia puede producir en las arterias y venas.

Su deficiencia puede aparecer ante aportes insuficientes en la dieta, como en casos malnutrición protéico energética. También puede haber deficiencia en niños prematuros de muy bajo peso al nacer, debido a su crecimiento tan acelerado. A su vez, se ha observado deficiencia en niños que siguen dietas especiales, en niños lactantes con alimentación artificial prolongada y en aquellos para los que se elaboran alimentos que incluyen fibra dietética, zinc o hierro.

Los procesos patológicos más frecuentes observados por déficit de cobre son: anemia hipocrómica con neutropenia y osteoporosis; en niños prematuros insuficiente pigmentación del pelo, retraso de crecimiento, diarrea, hepatoesplenomegalia y otras lesiones dérmicas. En ocasiones se ha observado afectación del sistema nervioso central, con hipotonía y retraso psicomotor. La carencia de cobre puede tratarse mediante la administración de 2 a 3 mg al día de sulfato de cobre en solución al 1%, lo cual aporta de 400 a 600 mcg de este mineral.

Atención especial merece la enfermedad de Menkes. En este caso el cobre no actua en la biosíntesis de la ceruloplasmina. Es una entidad de herencia ligada al sexo y afecta solamente a varones. Se manifiesta con retraso de crecimiento, cabello tortuoso, despigmentado y quebradizo, dermatitis, alteraciones óseas, lesiones arteriales y alteraciones respiratorias y neurológicas graves. Los pacientes de esta rara enfermedad suelen morir antes de los tres años de edad. Se puede diagnosticar mediante la determinación de los niveles de cobre y ceruloplasmina séricos y tasas de cobre en los cabellos.

A partir del primer año de vida se recomienda un aporte de 0,7 mg/día para el niño preescolar y hasta 2,5 mg/día para el adolescente; en adultos se acepta como normal una ingesta de 1,5 a 3 mg al día. Por otra parte, no hay que olvidar que se han descrito efectos tóxicos por ingesta excesiva de cobre, sea de manera deliberada o accidental, aunque no se han evidenciado efectos nocivos hasta ingerir 0,5 mg/kg y día. Además existe una enfermedad autosómica recesiva (enfermedad de Wilson) ligada a una acumulación de cobre en los tejidos, debido a un defecto de la ceruloplasmina y se trata mediante agentes quelantes del cobre.