Francia recluta a 130.000 trabajadores desempleados para trabajar en la campaña agrícola

La falta de mano de obra para la próxima campaña agrícola está suponiendo un gran desafío para el conjunto de los países europeos, dada la imposibilidad de disponer de temporeros extranjeros debido a las limitaciones en la movilidad y a las medidas de confinamiento implantados en los diferentes países para frenar la expansión de la COVID-19.

Fecha: 02-Apr-2020

Por ello, diferentes Gobiernos están animando a que los trabajadores que se han quedado desempleados como consecuencia del cese de las actividades no esenciales en este periodo trabajen en labores agrícolas, tal como hizo el ministro de Agricultura francés, Didier Guillaume, el martes de la semana pasada, según recoge el portal digital Freshplaza, que cita como fuente La Vanguardia.

Guillaume citó expresamente a los camareros, peluqueros, recepcionistas de hotel y otras profesiones que no pueden proseguir su actividad por vía telemática. El ministro no escatimó retórica y habló de una “grande armée (el ejército napoleónico) de la agricultura francesa” para cubrir 200.000 puestos vacantes en el sector. Guillaume insistió en la “necesidad de solidaridad nacional para que podamos comer”.

Mediante la campaña ‘Brazos para tu plato’ en Francia ya han conseguido 130.000 candidatos para trabajar en el campo. La página web de la campaña de reclutamiento es clara. Exigen pocos requisitos. “No hace falta un máster –se afirma–. Con vuestros brazos basta”. Solo se pide buena salud, no pertenecer a un grupo vulnerable y respetar las normas de seguridad que exige la pandemia.

En Francia los temporeros proceden, en su mayoría, de países del Este de Europa –sobre todo polacos y rumanos– y del Magreb. No existe una prohibición expresa de que entren en el país, pero tienen muchas más dificultades, también de transporte, además del miedo a quedar confinados largo tiempo en Francia y no poder regresar a su país.

Los espárragos, las fresas, los tomates y los rábanos no pueden esperar. Según Luc Smessaert, vicepresidente del principal sindicato agrícola francés, la FNSEA, la llegada de estos temporeros improvisados debe evitar el desperdicio inmoral que conlleva perder cosechas. Y ve en la experiencia otra ventaja sociológica añadida: “Nos parece interesante que podamos reconectar a la gente de las ciudades con la gente del campo”.