El pistacho no es oro pero tiene un gran potencial que despierta la picaresca y hasta la clonación

Lo llaman el “oro verde” y el pistacho tiene tanto potencial que ha hecho que haya agricultores que se hayan lanzado a producir “a lo loco” y viveros a ofrecer plantas sin control de sanidad ni trazabilidad que garanticen que lo que se paga se transformará en ese preciado bien.

Fecha: 16-Aug-2019

Con una rentabilidad neta media de 3.000 euros por hectárea de secano, sin agua, y de entre 8.000 y 12.000 en regadío y en función del valor añadido que aporte cada agricultor, se necesita una inversión aproximada de 3.000 euros por hectárea que no se recupera hasta aproximadamente 8-10 años después, ya que las variedades actuales de pistacho, en su mayoría Kerman, empiezan a producir a partir del sexto año.

El del pistacho, como destaca a Efe el responsable de investigación y desarrollo de Eurosemillas, José María Fontán, es un mercado “inmaduro” pero que tiene un “gran recorrido”, y por ello una gran demanda pero poca oferta.
Lo demuestra el hecho de que mientras en España en 2017 había plantadas 20.415 hectáreas, en 2018 ya sumaban 29.235, pero, además, el gran salto se ha dado en Aragón con un crecimiento del 277,9 %, al pasar en un año de 168 hectáreas a 467 (267 en secano y 200 en regadío). Zaragoza concentra 298 hectáreas, Teruel 113 y Huesca 56, con una producción total de 82 toneladas (44 más que un año antes), según datos del Ministerio de Agricultura.

Sin embargo, debido a la dificultad para propagar los patrones (el pie del árbol) con rapidez, los viveros no disponen de suficientes plantas y algunos acumulan listas de espera de entre uno y dos años, y ello a pesar del elevado precio de la planta, que puede oscilar entre 14 y 20 euros.

Es en lo que trabajan ahora los investigadores de la Estación Experimental de Aula Dei-CSIC Zaragoza que coordina Juan Antonio Marín y que han desarrollado un método de producción rápida de plantones de variedades comerciales mediante el cultivo in vitro, es decir, “clonando” las plantas más vigorosas a partir de semillas autóctonas o, entre otras, del híbrido UCB1, actualmente el más demandado, procedente de California.

Como ha explicado a Efe Juan Antonio Marín, los patrones clonados aseguran el control sanitario del proceso y que la planta llegue al campo “en condiciones mejores y óptimas” y de este modo garantizar la “trazabilidad”, un aspecto que, reconoce, todavía “va muy atrasado” pese a que es una manera de garantizar también la calidad.

Y es que, ha destacado, España, por cantidad, “nunca” va a poder competir con EEUU, Irán o Turquía, pero en cambio tiene un mercado “gourmet”, ecológico y de calidad gracias al sabor “intenso” del fruto que se cultiva en este país. De hecho ya se ha constituido la Asociación Española del Pistacho.

Sin embargo, como alerta Fontán desde Eurosemillas, el problema es depender de una única variedad, como en España, donde el 95 % de lo plantado es Kerman, motivo por el que fruto del programa de mejora genética que llevan a cabo desde 1990 con la universidad de Davis (California), en 2005 lograron crear dos tipos de semillas nuevas -Golden hills y Lost hills- que han dado “mucho éxito”.

Además de empezar a producir al cuarto año, incluso al tercero en algunas plantaciones de Granada, se cosecha 15 días antes, el 87-89 % del fruto esta abierto frente al 50 % del Kerman, solo un 3-4 % está vacío y el 90 % de la producción se encuentra entre el calibre primero y segundo, y al necesitar menos horas de calor son, asegura, “especialmente interesantes” para Aragón y el norte de España.

El pistachero es un árbol que requiere pocos tratamientos fitosanitarios, salvo para prevenir los hongos por exceso de humedad al que es propenso, abonado y una poda correcta, crea un ambiente “amigable” para micromamíferos y aves, reduce la evaporación del suelo por el sombreado y puede ayudar a fijar la población donde el secano no da dinero.

Pero también requiere unas determinadas condiciones climáticas: se cría bien en altitudes de hasta 900-1000 metros, necesita zonas aireadas para favorecer la fecundación cruzada, temperaturas medias de 17 grados entre junio y septiembre y unos suelos con determinada textura y profundidad, además de que la cosecha se realiza en 3 o 4 días como máximo. Como resume Marcos Lucas es un cultivo “diferente pero delicado”.

Lucas, ingeniero agrícola, y su hermano Héctor, graduado en ADE, gestionan una explotación familiar en Estercuel (Teruel) que incluye también olivos con los que fabrican su propio aceite, y una de las primeras extensiones de pistacho que plantó su padre, Pedro Lucas, hace 12 años. Empezó con 3.000 metros y 70 árboles y ahora tienen 4.000 plantas en 1,5 hectáreas.

Pedro Lucas se animó tras ver un documental sobre el cultivo del pistacho en Turquía y se muestra “encantado” porque “no ha habido un año sin producción”. Los primeros años él mismo escoscaba los pistachos, los blanqueaba con agua y bicarbonato y los secaba en su horno. Se trata, como señala su hijo Marcos, de añadir valor al producto y por tanto elevar el precio, que puede alcanzar los 20 euros por kilo si el agricultor lo vende ya al 7 % de humedad.

Son doce años de experiencia que ahora le permiten asesorar a otros agricultores sobre fertilización, consciente de que muchos están “mal asesorados” y de lo que se aprovechan algunos viveros “pirata”.

Para evitarlo, además de los marcadores moleculares o “prueba de paternidad” que Eurosemillas ha ideado para que en los viveros sepan qué venden o, por ejemplo, si son macho o hembra (se necesita un macho para cada nueve plantas hembra), hace un año se constituyó Apistar, una asociación que cuenta con 68 socios de Aragón y Soria y engloba unas 250 hectáreas de pistacheros, para, entre otros objetivos, buscar ayudas que les permitan hacer cursos de formación.

Su presidente, Ángel Morlanes, tiene una plantación de 7 hectáreas en Maluenda desde hace siete años y de momento piensa que “no es oro verde como anuncian”, primero porque los que se están plantando no se sabe si son aptos y por la falta de estándares en los viveros, pero reconoce que están “esperanzados” porque puede ser una alternativa rentable para el campo.