El papel de la hidrogeología en la captación de aguas subterráneas / Carlos Galé Bornao

Fecha: 11-Jun-2020

Carlos Galé Bornao
Ideya
carlosgale@ideyared.es 

Colaborador: Javier Ramajo Cordero
Ideya
jramajo@ideyared.es 

Las aguas subterráneas juegan un rol muy importante en la agricultura, ya sea como soporte en situaciones de estrés hídrico o como fuente exclusiva de agua de riego en zonas sin disponibilidad a partir de las aguas superficiales. Más aún si cabe, en un escenario de cambio climático donde se prevén disponibilidades hídricas menores, y en el que el uso racional de las aguas subterráneas forma parte fundamental de las nuevas políticas del agua.

Como otras infraestructuras propias de una explotación agrícola, las captaciones de aguas subterráneas suponen una inversión económica que debe amortizarse a futuro en forma de un caudal y una calidad del agua adecuados para dicha explotación. Por lo tanto, es necesario y exigible que el diseño de la captación de agua subterránea sea suficientemente riguroso y profesional para garantizar el caudal y la calidad del agua que permita el retorno de la inversión y el desarrollo de nuestro proyecto agrícola.

Durante mucho tiempo, y todavía aún sucede, el alumbramiento de aguas subterráneas ha quedado en manos de zahoríes o gentes del lugar sin una formación específica. Esto ha supuesto que en muchas ocasiones los pozos no produzcan el caudal esperado o incluso directamente no contengan agua. Las causas son muchas y variadas: el pozo no se encuentra bien situado, la técnica constructiva no ha sido la adecuada para el terreno donde se encuentra, el diámetro no es el apropiado, el entubado es deficiente, se han perforado pocos metros, o a veces demasiados. En definitiva, un problema que nos deja con una inversión difícilmente recuperable y que requiere de una nueva inyección económica para solventarse, alargando plazos de amortización y comprometiendo la sostenibilidad del proyecto agrícola.

Selección de lugar de perforación por parte del promotor y el técnico

Las causas descritas anteriormente son fácilmente evitables cuando el diseño del proyecto de captación de aguas subterráneas es llevado de la mano de técnicos competentes. El trabajo de estos técnicos se fundamenta en el conocimiento geológico del terreno y en el estudio hidrogeológico de la zona donde se necesita el pozo. Además, el técnico no sólo asesora en el diseño del proyecto, sino que también guía al promotor a través de los trámites ante las administraciones competentes hasta la autorización definitiva de aprovechamiento.

Realizar un pozo de aguas subterráneas no es un proceso sujeto a la indefinición o a la suerte, sino que está fundamentado en una sólida base científico-técnica, en el que el promotor y el técnico van de la mano. Este proceso comienza con la definición de las necesidades del proyecto agrícola por parte del promotor, y la previsión de caudal esperable en base al conocimiento geológico previo por parte del técnico competente. Con esa premisa, se selecciona el emplazamiento del pozo, atendiendo a su idoneidad para la explotación y a su potencial hidrogeológico.

A continuación, es necesario realizar las tramitaciones ambientales y gestionar la autorización pertinente ante el organismo de cuenca.

Posteriormente, se redacta el proyecto técnico con el diseño del pozo, donde se establece la profundidad prevista en función de las características hidrogeológicas del terreno, el diámetro de perforación, la técnica de perforación más adecuada y el entubado necesario para garantizar el caudal previsto y el correcto funcionamiento del mismo.

Testificación de los materiales durante la ejecución del pozo

El siguiente paso es la construcción del pozo siguiendo las características del proyecto, durante la cual el técnico competente supervisa el proceso y hace un control de los materiales atravesados en la perforación. Todo ello ofrece una información valiosa puesto que permite conocer la naturaleza de los materiales acuíferos y de los aportes de agua, así como los primeros datos sobre el posible caudal y la calidad del agua a alumbrar. Además, con esa información de primera mano de los materiales atravesados en la perforación, se determina la distribución de los tramos de tubería filtrantes, el acabado de la entubación, el engravillado y la cementación del pozo, con el objetivo de asegurar su correcto funcionamiento.

Máquina de perforación trabajando.

Una vez construido el pozo se realiza el ensayo de bombeo, en el que se evalúan caudales y tiempos de recuperación, lo que facilita diseñar su posterior explotación. Con el objetivo de obtener los rendimientos de agua deseados y garantizar la máxima eficiencia energética, se establecen recomendaciones acerca del equipamiento de bombeo y elevación, así como de la gestión de los caudales, que permitan asegurar la sostenibilidad de la explotación del pozo.

Finalmente, se realizan las tramitaciones administrativas para obtener la autorización de aprovechamiento definitiva.

En conclusión, el alumbramiento de aguas subterráneas para su uso en un proyecto agrícola, es un proceso en el que se alternan cuestiones puramente técnicas - hidrogeológicas - con tramitaciones ante a la administración, y donde la participación del técnico competente supone una garantía de éxito en todo el proceso. Ese éxito se sustantiva tanto en el retorno de la inversión en los plazos previstos como en una explotación más sostenible desde el punto de vista medioambiental y energético, acorde con el uso racional de las aguas subterráneas ante el escenario de cambio climático.