El cultivo de alfalfa, técnica y precisión para obtener rentabilidad
Muchas son las razones para introducir la alfalfa en los sistemas de producción agrícola. La aportación de nitrógeno para los cultivos de la rotación, la mejora de la estructura del suelo, la conservación del medio ambiente y el mantenimiento de la biodiversidad son los principales valores del cultivo. En el valle del Ebro, Jaume Areny, técnico de campo de la empresa AldahraEurope, un apasionado de este cultivo, que forma parte de un equipo que gestiona unas 5.000 hectáreas de alfalfa.
Fecha: 05-Nov-2018
Tags: alfalfa
Fuente: Innovagri
Elena Martín. Redacción
Conocida por su riqueza en proteínas, por sus virtudes agronómicas y ecológicas, la alfalfa se presenta como embajadora de una agricultura sostenible y productiva. Además este cultivo tiene la ventaja de que una vez implantado, asegura una producción de forraje durante unos 3 a 5 años, con autonomía para la adquisición del nitrógeno durante el cultivo gracias a su simbiosis con rizobios específicos, siempre y cuando se realice un buen manejo del cultivo.
La alfalfa es un cultivo resistente a la sequía, no obstante, como saben bien los agricultores, la falta de agua es un elemento limitante de la producción, ya que sin agua no hay producción agraria. Un factor estratégico que la empresa AldahraEurope, sucursal en España del grupo Al Dahra (multinacional de los países árabes, especializada en agronegocios, en el cultivo, la producción y el comercio de alimentos para animales y productos alimenticios esenciales) ha tenido en cuenta para favorecer su expansión, la calidad de la alfalfa en el Valle del Ebro.
Como ha explicado Jaume, esta compañía de Emiratos Árabes, concretamente del emirato Abu Dabi, decidió invertir en España debido a los problemascon los regadíos en sus terrenos desérticos. Y es que en aquellas zonas es complicado encontrar agua en superficie, por lo que tienen que extraer recursos de los acuíferos que, normalmente, están a 400 metros de profundidad. En este sentido, la empresa multinacional árabe se da cuenta de la posibilidad que existe de agotamiento de estos recursos y decide invertir en zonas del mundo donde el agua no fuera tan escasa, con el objetivo de garantizar la actividad ganadera en sus países, sin cultivar sus terrenos y sin acabar con sus existencias hídricas. En España, la compañía árabe ha invertido en deshidratadoras de cultivos forrajeros, primero en la zona de Aragón y después en Cataluña.
Cada vez más se está prohibiendo el cultivo y el regadío en extensivo en zonas desérticas por el hecho de agotar los acuíferos
La agricultura en Emiratos Árabes no tiene un excesivo peso en el PIB, solo el 5,7% de su superficie está dedicada a esta actividad. Hablamos de un terreno con suelos salinos y arenosos, un clima desértico con mínimas precipitaciones y escasas reservas de agua dulce, por lo que la superficie no es suficiente para satisfacer todas las necesidades de una población de 8,8 millones de habitantes y menos de sus animales.
Una zona generosa en agua
Según explica Jaume Areny, técnico de campo, apasionado a la agricultura desde los 17 años y que gestiona unas 5.000 ha de alfalfa de AldahraEurope en Lérida, el éxito de este cultivo en esta región se basa en la rentabilidad económica. El cultivo de alfalfa no requiere una gran inversión, además las condiciones del suelo en esta zona son las idóneas para la planta, ya que cuentan con suelos conpH calcáreos y recursos hídricos sin grandes costes. Por otro lado, “tenemos agricultores muy profesionales que están dedicados al 100% y realizan un excelente manejo del cultivo”
El conocimiento del manejo y cultivo por parte de los agricultores, es una de las ventajas añadidas que tienen respecto a otras zonas, donde se está implantando o va a implantar el cultivo de nuevo. Según Areny, en la alfalfa hay que combinar una serie de factores importantes como son: los cortes y momentos de riego (porque en esta ubicación utilizan riego a manta) y las horas de recogida y momento de corte son aspectos fundamentales para la producción de la calidad y cantidad que se quiera obtener. Por lo que es fundamental la experiencia y el “saber hacer” del agricultor para que pueda controlar su cultivo de manera precisa. Por ejemplo, como ha explicado el técnico, el momento de recogida depende mucho de la humedad relativa del aire y de la temperatura, por eso hay que tener muy en cuenta estos factores y saber responder de manera eficaz (aspecto que los agricultores profesionales cuidan mucho).
Jaume Areny: “En cada uno de los seis cortes que se pueden hacer al cultivo la decisión que tomes puede ser distinta. La alfalfa depende fundamentalmente de las condiciones climatológicas y no crece igual a lo largo de toda la campaña de producción. En nuestro caso, al industrializar el cultivo, el manejo de mucha superficie, requiere una regla general, que se adapta a la calidad deseada. Pero la realidad es que siempre hay que tener en cuenta la evolución de la planta”.
Las nuevas tecnologías les proporcionan una gran ayuda en este sentido, no solo a la hora de observar el cultivo para ver en qué momento se encuentra y cuándo hacer los cortes, sino también a la hora de detectar plagas o enfermedades y aplicar las medidas correctoras adecuadas. Aunque asegura que en este último aspecto, queda mucho por hacer. A veces las tecnologías que hay, en términos de plagas o enfermedades de las plantas, no son del todo específicas y les proporcionan poca información.
Excelente cabeza de rotación
En AldaharaEurope, mayoritariamente, se cultiva alfalfa (durante cuatro años), pero durante los siguientes cuatro años, como cultivos de rotación, siembran maíz, festuca u otros forrajes. “Lo que intentamos en nuestra rotación es producir forrajes que podamos transformar para dar trabajo a nuestras fábricas” ha contado Jaume. La alfalfa aporta al suelo una importante cantidad de nitrógeno (N) e incrementa el contenido de materia orgánica del suelo con el enterrado de sus raíces, lo que facilita un rendimiento suplementario para los cultivos siguientes. La aportación de N al cultivo siguiente depende del sistema de riego y de la densidad de plantas, pero se estima, que proporciona un mínimo de 50 kg N/ha, y en algunos campos puede ascender a más de 200 kg N/ha.
La siembra y sus cuidados
En el proceso de siembra, utilizan hasta 30 kg/ha de semilla, cuando lo habitual y en condiciones ideales serian10 kg/ha. Entre las razones de sembrar mucho más de lo necesario están, en primer lugar, que se suele sembrar a demasiada profundidad. Por otro lado, la variedad que utilizan es Aragón o mejoras de ésta, que tiene una parte de semillas duras, es decir, que algunas de estas semillas no nacen en el primer momento de la siembra y de las condiciones ideales, sino que nacen al cabo de un mes, de tres meses o, incluso, de un año. Además, para el proceso de siembra se utilizan sembradoras de cereal. “Nuestras proporciones de siembra siempre son un poco más bajas que las del agricultor (siembras de 40kg/ha) intentando siempre vigilar la profundidad de siembra y que las condiciones sean las adecuadas” ha destacado Jaume.
Sus parcelas se siembran ende primavera porque la rotación la hacen con maíz y éste se cosecha bastante tarde en otoño, por lo que no da tiempo a preparar el suelo para sembrar alfalfa en septiembre-octubre (siembra de otoño).
Pero todo depende de las condiciones particulares de cada agricultor, teniendo en cuenta, si se va a sembrar en otoño, que la planta debe tener las hojas verdaderas (trifoliadas) antes de las primeras heladas que llegan a primeros de noviembre (aproximadamente).
Una buena implantación, una gestión adecuada de la frecuencia de corte, una fertilización correcta y el riego adecuado permiten mantener la productividad de la alfalfa y asegurar su persistencia.
Lo normal es realizar entre cinco y seis cortes por año. Personalmente, Jaume el año pasado dio siete cortes en su alfalfa porque era de segundo año, que es cuando según nos cuenta el técnico, tiene mayor vigor. Los resultados de esta decisión ha sido que este año, el tercero de esa alfalfa, ha bajado la producción porque como nos ha contado “agoté un poco esas plantas al no dejar que hicieran reservas”. Y es que el momento de corte ideal de la alfalfa es cuando la raíz ya tiene reservas suficientes para rebrotar. En cuanto a la producción media obtenemos unas 14 toneladas por hectárea con riego a manta con máximos de 20 toneladas… Pero con riego por aspersión se ha podido llegar a 25 toneladas.
Como multinacional, esta producción se comercializa mayoritariamente en Emiratos Árabes, pero también comercializan en Arabia Saudí, China, Japón y Corea.
Si bien en las condiciones de la zona de Lérida ha habido que controlar algunas plagas en momentos determinados del ciclo por adversidades climáticas, Areny ha explicado que se ha conseguido estar a menos de un tratamiento insectida al año, sin tener presión de las plagas, cuando este cultivo se caracterizaba por la utilización de cinco a seis tratamientos al año. “Hemos hecho entender a los agricultores que no es malo que haya algún pulgón u oruga en el cultivo. También es verdad que la mentalidad de los agricultores hasta ahora era de “pulgones cero” u “orugas cero”, pero con el tiempo está cambiando esta forma de trabajar“, ha destacado Jaume.
En cuanto a las enfermedades de la planta, el técnico ha afirmado que “en nuestras hectáreas no se suelen aplicar fungicidas, lo que se intenta es emplear nuevas variedades de alfalfa, sobre todo, resistentes a nematodos y algunas otras afecciones”.
Por otro lado, está el problema del control de las malas hierbas, que se ha convertido en un tema de actualidad por la exigencia de calidad del forraje que imponen las condiciones de mercado. Dadas las exigencias medioambientales actuales, es necesario integrar el control de las malas hierbas en la rotación de la explotación en el contexto de todas las medidas a realizar en el cultivo y los anteriores, de forma que se minimice su presencia y se obtenga la máxima eficacia en los métodos empleados para controlarlas. Pero, ¿hay soluciones eficaces para el control de malas hierbas? Existen soluciones haciendo mezclas de distintos herbicidas pero el número de herbicidas registrados para este cultivo es bastante limitado. Por su parte, Jaume cree oportuno recomendar que el empleo de herbicidas en la alfalfa no debiera ser sistemático, sino razonado, en función de las malas hierbas presentes y las sustancias activas autorizadas, teniendo en cuenta las resistencias y los medios mecánicos (grada de púas, etc.).
En conclusión, la alfalfa es un cultivo agradecido que necesita relativamente pocos insumos, que además favorece al medio ambiente y a la biodiversidad. Su producción es poco sensible a las variaciones climatológicas, es decir, resiste bien el frío y el calor, aunque éstas determinarán la calidad y la cantidad de producción.