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Miguel Lorenzo

01/07/13

Ocho de cada diez razas autóctonas de ganado, en peligro de extinción

Hace un mes, Zakri Abdul Hamid, presidente de la Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services (IPBES), expuso ante 450 expertos mundiales en biodiversidad reunidos en una conferencia en Trondheim (Noruega) las consecuencias negativas que supone para la salud y el bienestar de la humanidad la pérdida de variedades de cultivos y razas de ganado. Afirmó, con respecto a estas últimas, que “la tasa de razas en peligro de extinción está bajando, pero los datos más recientes la cifran en el 22%”. España supera con creces este porcentaje. Según datos oficiales del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama) de las 184 razas presentes en el catálogo oficial, 128 (el 70%) están en peligro de extinción. El porcentaje sube al 82% si se cuentan solo las 157 razas autóctonas.

El IPBES es un organismo que realiza funciones similares al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), pero en materia de conservación y protección de la biodiversidad. Como el IPCC, publica informes sobre la repercusión que la perdida de esa diversidad tiene en los ecosistemas y el desarrollo humano. Para el IPBES, las causas de la erosión genética en los animales domésticos son la falta de reconocimiento del valor de las razas autóctonas y su importancia en la adaptación a cada lugar de origen, los incentivos para introducir razas exóticas y uniformizar la producción en aras de la rentabilidad económica y la selección de razas condicionadas por un determinado producto. Esa erosión genética hace también que la propagación de epizootias (epidemias animales) sea más recurrente y se extienda a más zonas.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) considera como razas en peligro de extinción aquellas en las que existen como máximo mil hembras reproductoras o un máximo de 20 machos reproductores. En esa situación, en España hay 19 razas de ganado aviar (todas las autóctonas menos una), 14 de equino-caballar (también todas menos una), seis de equino asnal, nueve de porcino, 15 de caprino, 31 de bovino, 33 de ovino y el camello canario. La propia FAO cuenta con una estrategia mundial para la ordenación de los recursos genéticos de los animales de granja que orienta sobre la mejor manera de preservar esta biodiversidad doméstica y detener su pérdida.

En España, tanto el Gobierno central como las comunidades autónomas cuentan desde hace años con normativa específica que fomenta la conservación de razas ganaderas autóctonas y se dan ayudas para su mantenimiento. Sin embargo, la sangría ganadera no deja de crecer, ya que hace menos de dos años las razas en peligro de extinción eran 110, frente a las 128 actuales. En España faltan ya varias de porcino, como el chato vitoriano, el celta alistano y el lermeño, cabras como la jurdana y vacas como la mantequera leonesa y la catalana autóctona. Manuel Luque, director gerente de la Federación Española de Asociaciones de Ganado Selecto (Feagas), alerta además sobre la situación crítica de otra raza de cerdo: “La variedad de ibérico manchado de Jabugo contaba con 51 efectivos a diciembre de 2012”.

Feagas, junto a fundaciones como Global Nature y Félix Rodríguez de la Fuente trabajan intensamente en la recuperación de este patrimonio genético y cultural. El último paso dado por el Magrama es la publicación de un real decreto que regula el uso del logotipo Raza Autóctona 100% y permitirá a los consumidores reconocer los productos procedentes de estos animales.

Manuel Luque afirma que mantener la variabilidad genética que aportan las razas autóctonas es trascendental. “Puede que no aporten grandes producciones comerciales, pero ese reservorio genético es indispensable porque aporta capacidad de adaptación a climas y lugares donde no podrían sobrevivir otras razas, y capacidad de resistencia a enfermedades que podrían convertirse en epidemia”, explica. Además, Luque pide un reconocimiento no solo para los “ganaderos románticos” que mantienen estas razas a pesar de su escasa rentabilidad y por razones de conservación, sino para aquellos que “crían y cuidan de cabras como la blanca celtibérica en la sierra de Gádor (Almería) o de la oveja lojeña en la de Loja (Granada), ambas en peligro de extinción, en medios donde otras razas no podrían subsistir por el clima y la vegetación disponible para pastar; si pierden sus cabras y ovejas perderían su trabajo, no habría ganado que las sustituyera”.

La Fundación Félix Rodríguez de la Fuente lleva a cabo el proyecto ConSuma Naturalidad, cuyo objetivo es “fomentar la conservación de la biodiversidad productiva y silvestre, impulsando la producción y el consumo de productos derivados de razas de ganado y especies o variedades vegetales autóctonas producidos en la Red Natura 2000 de nuestro país”. Hace poco, emitieron una nota de prensa con el título El ganado ecológico es el cuerpo de bomberos más eficiente de la naturaleza. Se referían a la importante labor ecológica que se consigue con el mantenimiento de una raza autóctona de bovino criada en régimen ecológico, la avileña-negra ibérica, en las faldas de la sierra de Guadarrama.

La raza avileña-negra ibérica no está en peligro de extinción, pero sí la gallina negra andaluza, variedad de la negra castellana incluida en el catálogo oficial. “Las gallinas siegan la hierba a pico, la dejan en mejor estado que el corte con máquinas, y encima controlan de manera natural parásitos de nuestra tierras de labor, como lombrices y caracoles”. Antonio Jesús Adame explica la función que hacen sus gallinas autóctonas en la finca ecológica-biodinámica (ganado y cultivos se retroalimentan de manera natural) que mantiene en Fuente Palmera, en Córdoba. Adame reconoce que él puede criar estas gallinas autóctonas como complemento del resto de la explotación, pero afirma que “según está estructurada la producción industrial, que busca la rentabilidad inmediata en grandes granjas, sería imposible mantenerlo; estas gallinas ponen huevos en cualquier parte del campo", y les han construido ponederos "cada 100 o 200 metros”.

En la Fundación Global Nature llevan desde su nacimiento, hace ya 20 años, apostando por la recuperación de razas autóctonas. Tanto en las fincas que gestionan como en las que son propietarios trabajan con vacas como la blanca cacereña, con ovejas como la merina negra y con gallinas como la negra castellana. A esta última se une ahora la azul andaluza en un proyecto nuevo a punto de echar a andar en el que colabora el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA). “Las gallinas pastarán en una dehesa sana, de una hectárea, en la que se combinarán encinas con árboles frutales y de la cual pretendemos sacar un producto con valor comercial dentro de una explotación autosuficiente”, explica Laura García, delegada de la fundación en Extremadura.

La PAC puede echar una mano

“Es vital que las reformas y el dinero que lleguen desde el segundo pilar [desarrollo rural] de la Política Agrícola Común (PAC) se orienten a programas que fomenten la conservación de razas en peligro, los cultivos autóctonos para su alimentación y una ganadería extensiva”, afirma Eduardo de Miguel, director gerente de la Fundación Global Nature. Manuel Luque, de Feagas, coincide también en pedir esta inyección económica y que “se valore la riqueza y la armonía con el medio ambiente que aportan estas razas en los entornos rurales, que sería difícil o imposible que lo aportaran otros recursos”.

Dentro de la insatisfacción general entre el mundo conservacionista por los resultados de la reforma de la PAC, existe la esperanza de que el mencionado segundo pilar reciba trasvases presupuestarios del primero (para pagos directos y el mejor dotado). “La conservación de las razas autóctonas pasa por la independencia en la producción de las proteínas que ingieren, que en estos momentos se importan en un 90% como derivados de soja y que se podrían obtener en parte en Europa mediante el cultivo de legumbres y cereales para producir piensos mediterráneos y tener así productos de calidad y autóctonos”, apostilla De Miguel.