La formación e investigación sobre avicultura en España / Ricardo Cepero

Fecha: 09-Sep-2019

Ricardo Cepero Briz
Departamento de Producción Animal y Ciencia de los Alimentos
 Facultad de Veterinaria-Universidad de Zaragoza
eggmeat@unizar.es

Tras casi ya 40 años de trayectoria profesional casi exclusivamente dedicada a la formación e investigación en avicultura agradezco la oportunidad que este foro me brinda para transmitir algunas de mis opiniones y experiencias al respecto, desde una perspectiva necesariamente crítica.

La formación académica en Avicultura ha sido desigual y en general escasa, tanto en Facultades de Veterinaria como en Escuelas de Agrónomos. No había asignaturas específicas, situación que continúa hoy en casi todas ellas. Normalmente se le dedicaba un pequeño espacio al final de los programas, y que a menudo no se llegaba a impartir. Esto se ha debido al tradicional predominio de materias (y profesores) relacionadas con los rumiantes, muy desproporcionado para las condiciones de este país, y a la escasez de especialistas entre el profesorado. Las dificultades para construir un buen currículum investigador en avicultura han retroalimentado esta situación.

No hay cursos de especialización ni un master en Producción y/o Sanidad avícola, aunque podría haber demanda. Hace 20 años se logró un gran consenso en cuanto a objetivos y programas entre las pocas personas dedicadas a este campo en las Universidades y el sector empresarial, pero el proyecto se abandonó ante las dificultades logísticas originadas por la dispersión de profesores y medios y el dilema sobre diseño y organización temporal (¿para profesionales o para recién licenciados?). Hoy estos problemas se podrían resolver en parte con cursos on-line, pero aún no existe ninguna iniciativa al respecto. Esta situación es absurda para un país que desde hace muchos años ocupa los primeros puestos en la producción de huevos y carne de ave en Europa

Paradójicamente el nivel de los actuales profesionales del sector, hasta ahora mayoritariamente veterinarios, es alto. Ello se debe principalmente al esfuerzo personal, a los conocimientos adquiridos en su experiencia laboral, y a la frecuente asistencia a los múltiples eventos que organizan empresas y asociaciones del sector, donde la mayoría de los ponentes son extranjeros.

La situación actual no es alentadora. En los últimos años las nuevas generaciones de estudiantes de Veterinaria se orientan muy mayoritariamente a la clínica de animales de compañía, (situación absurda dada su sobresaturación). Además hay un significativo y creciente número de veganos y animalistas, que rechazan la Producción Animal y aún más la Avicultura. Por lo que las empresas avícolas (y también las porcinas) tienen ahora serias dificultades para contratar a jóvenes veterinarios, que en parte son sustituidos por agrónomos (donde tampoco abundan las vocaciones), y cada vez más por licenciados que provienen de otros países, en particular de América Latina.

Tampoco los vigentes sistemas de reclutamiento y promoción del profesorado favorecen una verdadera calidad de la enseñanza. Es bueno exigir un mejor currículum investigador que antes, pero esto suele conducir a que no se valore la experiencia laboral ni se estimule el contacto con el sector. En estudios claramente orientados al ejercicio profesional esto no es conveniente, y menos en avicultura, cuyo gran dinamismo exige estar muy al día y tener frecuente contacto con la realidad. No se puede ser buen profesor sin investigar;  pero es aún peor que valga que esa investigación se realice en cualquier tema, por muy alejado que esté de la materia que se ha de impartir, situación bastante frecuente en la actualidad.

En nuestro país la investigación en Avicultura no ha estado a la altura de la gran importancia que tiene a nivel productivo, y en gran medida la situación sigue igual. Existen muy pocos grupos especializados, de pequeño tamaño y muy dispersos geográficamente, y que en general cuentan con infraestructura y recursos bastante limitados. Se desarrollan pocos proyectos de investigación, se defienden escasas tesis doctorales, y en el congreso nacional específico no suelen presentarse más de 12 comunicaciones, y menos (o ninguna) en los internacionales o en los generalistas de Producción Animal.

El principal motivo de esta triste situación ha sido la postergación de la avicultura en las líneas prioritarias de los Planes nacionales y autonómicos de Investigación. Se ha creído erróneamente que todo lo que se haga fuera es directamente aplicable aquí, e incluso que todo lo que haya que averiguar en este campo corresponde a las grandes empresas y multinacionales, además de que se ha favorecido a sectores ganaderos con menos presente y peor futuro. El resultado ha sido la escasa actividad en avicultura de Universidades y CSIC, pues apostar por ella era y es menos rentable para obtener recursos y posibilidades de promoción. En los últimos años la situación ha mejorado ligeramente, sobre todo por la emergencia del bienestar animal como tema prioritario.

La investigación contractual ha sido una estrategia de supervivencia. Pero este recurso suele tener serias limitaciones: Temáticas demasiado restringidas (como pruebas de eficacia de aditivos), frecuente reserva o prohibición de publicación de los resultados, y en ocasiones pérdida de independencia; aparte de que pocas empresas españolas invertían en investigación propia o concertada, aunque hoy la situación es algo mejor. Por su parte las empresas suelen quejarse de la insuficiente especialización de los científicos del sector público, y de su lentitud y escaso grado de compromiso.

La investigación realizada en las propias empresas, con algunas excepciones, adolece de serias deficiencias: poco personal capacitado (doctores) y falta de verdaderas instalaciones experimentales. Se suele recurrir a pruebas de campo sin un diseño adecuado ni un buen control de los procedimientos, y sin interpretación estadística de los resultados. En algunos casos solo se trata de un pretexto para acceder a subvenciones o desgravaciones fiscales para I+D.

En los últimos años la participación en proyectos europeos ha sido el recurso para los escasos investigadores españoles en avicultura; pero ha estado y está lastrada por la escasez de masa crítica y de medios en comparación con los colegas europeos, lo que en la mayoría de los casos obliga a desempeñar un papel subalterno en su ejecución.

En la actualidad la Avicultura, y en general la Producción Animal, se hallan ante una encrucijada. En Europa se produce un cambio progresivo del modelo productivo hacia sistemas más extensivos, menos eficientes comparativamente, y con un mayor énfasis en garantizar el bienestar animal y reducir su impacto ambiental. Todo ello requiere nuevos conocimientos y tecnologías en todos los ámbitos de la avicultura, y también para limitar el correlativo aumento de los costes de producción.

También se precisa alimentar a una población en crecimiento exponencial en Asia (donde se concentra el crecimiento de los consumos), así como en África y en muchos países de América Latina, cuyas presentes limitaciones productivas implican claras oportunidades para la exportación de productos y servicios. Por tanto, la formación e investigación de calidad seguirán siendo necesarias en España. ¿Sabremos hacerlo mejor que hasta ahora?