¿Por qué ser agricultor no es una profesión de moda?

Los datos son contundentes. En España, el 95% de los agricultores y ganaderos tienen más de 35 años. Para 2020 hay previstas 4,5 millones de jubilaciones en el campo y según algunos expertos el envejecimiento de la población en las zonas rurales se ha convertido en un “problema crónico” que pone en peligro la continuidad del sector agrario.

Fecha: 02-May-2018

El propio Ministerio de Agricultura se ha marcado como reto para el periodo 2014-2020 la incorporación de más de 15.000 jóvenes a la agricultura, con el doble objetivo de crear empleo y rejuvenecer el sector agrícola. Desde las organizaciones agrarias siguen insistiendo en que necesitamos nuevos agricultores y que debemos implantar mejores políticas para atraer a los jóvenes al campo. Pero, ¿por qué ser agricultor no es una profesión de moda?

Algunos creen que por la mala imagen que esta profesión sigue teniendo. Durante mucho tiempo se ha considerado un trabajo duro, de bajos ingresos y una profesión solo para quienes no valen o no les gusta estudiar, entre otras cosas.

Pero nada que ver con la realidad o, por lo menos, no mucho más que algunas otras profesiones. Las zonas rurales cada vez están mejor comunicadas, tienen acceso a muchas comodidades y la incorporación de maquinaria y nuevas tecnologías hacen más llevadero este trabajo, a la vez que dan más libertad a los agricultores.

La tecnología al servicio del agricultor

En estos últimos años, el sector agrario ha experimentado un gran desarrollo tecnológico y se ha avanzado a pasos gigantes en sistemas de información geográfica (SIG), sistemas de posicionamiento global (GPS), computadoressensores y controladores, así como maquinaria especializada, que han abierto un sinfín de posibilidades, automatizando trabajos como la siembra, la recolección, las pulverizaciones, el riego, etc. a través de tractores

 

 

drones y otro tipo de maquinaria.

 

 

Unas herramientas que además de aligerar el trabajo a los profesionales del campo, tienen otras consecuencias importantes:

a) reducen los costos en la producción,
b) aumentan la productividad,
c) hacen un uso más eficiente de los insumos.

No es una cuestión de dinero, aunque también

Según las primeras estimaciones del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, en 2016, la Renta Agraria experimentó un aumento del 5,1% respecto a 2015.

Si analizamos la evolución de la Renta Agraria durante los últimos años, vemos un crecimiento del 8,2% en el periodo 2012 – 2015. En 2016, la Renta Agraria superó en un 13,7% la de 2011, con una media en el periodo 2012 – 2016 de 23.602 millones de euros.

Son datos buenos para el sector pero, como en todo, no se puede bajar la guardia y hay que seguir trabajando, ya que según las organizaciones agrarias esta subida se debe a un aumento de los volúmenes producidos, tanto de la rama vegetal (mayores cosechas) como de la animal, y por la contención del coste de los insumos, que “ayudan a cuadrar las cuentas parcialmente”.

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Las administraciones autonómicas, nacionales y europeas son conscientes de esta necesidad de relevo generacional y han puesto en marcha, con mayor o menos éxito, políticas que promueven la incorporación de los jóvenes al campo. Entre ellas, las medidas incluidas en la Política Agraria Común (PAC) o el Programa Nacional de Innovación e Investigación Agroalimentaria y Forestal.

Un agricultor cada vez más profesional

Quien crea que cualquiera puede ser un buen agricultor está muy equivocado. Para que una explotación sea viable, produzca lo que demanda el mercado, aumentando rendimientos, disminuyendo costes y utilizando la maquinaria adecuada, el agricultor necesita tener una formación específica.

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Probablemente los estudios que mejor conocimiento aporten para el desarrollo de esas funciones sea la Ingeniería Agronómica, ya que proporciona conocimientos sobre suelos, plantas y animales, fertilizantes y nutrientes, maquinaria, comercialización, etc.

Además, como cualquier otra profesión requiere mantenerse siempre actualizado, ya que la normativa cambia, se desarrollan nuevas y mejores técnicas de producción, etc. En este caso, las organizaciones agrarias y las cooperativas juegan un papel muy importante.