Alimentos de la tierra: Píldoras de salud / Teresa Sanclemente

Fecha: 11-Nov-2020

Teresa Sanclemente
Departamento de Producción Animal y Ciencia de los Alimentos
Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte - Universidad de Zaragoza
tsanclem@unizar.es

Según la Organización Mundial de la Salud, un estilo de vida saludable consiste en una serie de hábitos que conducen a un estado de completo bienestar físico, mental y social. Por ello, sin dejar de lado el mantenernos alejados de hábitos tóxicos y mantener una adecuada higiene, se fundamenta en tres pilares: mantenernos activos, buscar el bienestar psicológico y emocional y, sin duda, seguir una dieta óptima.

Y este es el planteamiento que ha incorporado la propia Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) en la nueva propuesta de Guías Alimentarias para la población española.

 

Figura 1. Disponible en:

https://www.nutricioncomunitaria.org/es/noticia/guia-alimentacion-saludable-ap

Así, la nueva propuesta de Pirámide de Alimentación Saludable ha cambiado poco respecto a versiones anteriores respecto a la frecuencia de consumo de los distintos grupos de alimentos, pero se ha completado incorporando mensajes relacionados con la sostenibilidad de la dieta, la práctica diaria de actividad física y el equilibrio mental y ejercitar el mindful-eating. En definitiva, la necesaria vuelta a la alimentación tradicional: variada, basada en alimentos de proximidad, sostenible, equilibrada, confortable, en compañía y dedicando suficiente tiempo.

Pero me gustaría detenerme en la recomendación de basar nuestra alimentación en los llamados productos “kilómetro 0”, es decir, en aquellos que se producen lo más cerca posible de la mesa donde se van a comer, por las grandes ventajas que proporcionan. Ventajas para el que los consume porque estos alimentos suelen conservar mejor los nutrientes y otros compuestos bioactivos beneficiosos para la salud y porque, en muchas ocasiones, pueden resultar más económicos ya que se disminuyen los costes de comercialización. Ventajas sociales, al apoyar lo local, a los pequeños y medianos productores, lo que se traduce en una contribución al mantenimiento del tejido económico en las zonas rurales. Y ventajas medioambientales ya que dejan una huella de carbono menor puesto que disminuye el uso de medios de transporte y de materiales de embalaje.

Con esto en mente, si echamos un vistazo a la producción alimentaria de Aragón, podemos considerarla una Comunidad Autónoma privilegiada para poder seguir una alimentación saludable. En concreto, se trata de una región donde se cultivan una buena variedad de alimentos cuya calidad queda reconocida por los sellos de Indicación Geográfica Protegida y Denominación de Origen Protegida con los que algunos de ellos cuentan. Por tanto, no solo estaremos beneficiándonos de las ventajas antes indicadas, sino que aseguraremos unas cualidades organolépticas excelentes.

 

Figura 2. Calidad diferenciada en Aragón. Disponible en:

https://www.aragon.es/-/calidad-agroalimentaria

En estos momentos, son pocas las personas que no conocen la inmejorable composición química de los aceites de oliva vírgenes de cara al mantenimiento de una salud óptima, fruto de la buena comunicación que se ha realizado sobre la recomendación de seguir el patrón de Dieta Mediterránea. Su perfil graso, donde predomina el ácido oleico, unido a la presencia de compuestos fenólicos y de escualeno lo convierten en un importante aliado en la prevención de un buen puñado de enfermedades crónico-degenerativas y en conseguir un envejecimiento más saludable.

Sin embargo, puede ser que sepamos menos sobre otros productos alimenticios, también incluidos en este patrón dietético, producidos en Aragón bajo marcas de calidad como son el melocotón, el espárrago o la cebolla.

Los melocotones son frutas con un alto contenido en agua y, en consecuencia, un bajo aporte de azúcares, fundamentalmente sacarosa, que cuando se consumen con piel constituyen una buena fuente de fibra, tanto soluble como insoluble. Una característica reseñable es su aporte de carotenoides provitamina A, b-criptoxantina y b-caroteno, que se distribuyen por todo el fruto otorgándole el color característico siendo las variedades amarillas las que aportan cantidades más altas. Pero lo que quizá sea menos conocido es su riqueza en diferentes compuestos fenólicos que, junto a esos carotenoides, son los responsables de su capacidad antioxidante. Cabe destacar que, de nuevo, el consumo de los frutos con piel va a suponer un incremento en la cantidad ingerida ya que recientemente se ha mostrado que cuando ésta se descarta, se pierde aproximadamente el 20% de la concentración total de fitoquímicos.

En cuanto a las cebollas y los espárragos, se trata de hortalizas que comparten la característica de su alto aporte de agua, lo que supone un bajo valor calórico. También coinciden en el contenido nada desdeñable de fibra, en concreto de fructooligosacáridos con importante efecto prebiótico, es decir, que favorecen el crecimiento de flora bacteriana colónica beneficiosa. Ahora bien, por este mismo motivo, aquellos individuos que requieran una “dieta FODMAP” tendrán desaconsejada su ingesta. Y no hay que olvidar que también ambos van a proveernos de compuestos fitoquímicos con un amplio espectro de beneficios para la salud como son diversos compuestos azufrados, fitoesteroles, compuestos fenólicos y saponinas. Los fitoesteroles y las saponinas, relacionados con el control de la colesterolemia por su papel limitador de la absorción intestinal de colesterol. Los compuestos fenólicos, como la quercetina en las cebollas y la rutina en los espárragos, como antioxidantes que protegen a nuestro organismo de los radicales libres generadores de enfermedad.

Y solo por citar algunas de las muchas ventajas de estas “píldoras de salud” de nuestra tierra.