Reinventarse en tiempos de crisis / Laura Carrera

Fecha: 29-Apr-2020

Laura Carrera
   Innoflower
laura@innoflower.com

En el azote de esta crisis sanitaria que estamos viviendo, demoledora en todos los aspectos y sin precedentes en nuestra memoria, hace que cualquier tema del que se quiera tratar quede desenfocado por una incertidumbre que se sospecha arrolladora. Estamos ante un problema global que afecta, de una medida u otra, a todos. Quizás, desde el punto de vista económico, algunos sectores llamados esenciales se han visto reforzados (los menos), pero la gran mayoría se está viendo gravemente golpeados. Miles de personas han visto de la noche a la mañana como todo su mundo se venía abajo, paralizados, confinados, sin apenas margen de maniobra. Pero lo más inquietante de esta etapa, que ha llegado sin avisar, es que ha venido para quedarse. Nada volverá a ser lo mismo, el mundo entero, tal y como lo conocemos ha cambiado. Y tenemos que asumir esta premisa. Los grandes pensadores nos dicen que, en entornos caóticos, la visión y liderazgo son esenciales para tomar decisiones estratégicas acertadas. Pero lo que no nos dicen es que en todo camino que se realiza en la vida, y las empresas están armadas por personas, tiene que tener un periodo de aprendizaje. Y en cada pérdida y hundimiento, debe acompañarle una etapa de duelo. Está claro que algunas personas son capaces de sobrellevar mejor este proceso de adaptación y que consiguen controlar sus emociones de una manera más eficaz, más eficiente también. Pero estamos ante un problema mundial y no todos los sectores (formados por empresas, que a su vez están integrados por personas) dispondrán de las herramientas suficientes para sobrellevarlo.

Muchos gurús hablaban antes, durante y seguramente después de la crisis del coronavirus de salir de la zona de confort, ese mundo cómodo y apacible, que debemos saltar y explorar más allá de nuestros límites y así llegar a la zona del descubrimiento. Todo el mundo que lo ha hecho amplia horizontes, se revela mejor, más feliz... Pero entre una zona y otra hay un territorio de arenas movedizas, llena de angustias y terremotos personales, denominada por D. Mario Alonso Puig la zona de hundimiento. Y aquí es donde se encuentran a día de hoy la gran parte de seres humanos que pueblan la tierra. El gran paradigma es que, por la mayoría de ese gran movimiento global, no había un deseo previo de descubrir algo. Las personas se han encontrado en la necesidad de tener que realizar este viaje a gran velocidad, sin anestesia y como en el juego del Monopoly, directamente a la cárcel sin pasar por la casilla de salida.

Hasta ahora teníamos control ante nuestras acciones, y tan solo de una manera individual había sectores puntuales que les tocaba debatirse ante cambios inesperados, y por tanto, improvisaban nuevas maneras de ser, de existir, de cambiar el mundo o simplemente se desvanecían. Sin embargo y a partir de este preciso instante, debemos comportarnos como una mente colectiva unida que lucha, que se revuelve, que resiste y que si desea evolucionar deberá reinventarse para poder sobrevivir. Aquellos que se resignen entrarán en una espiral de impotencia que les llevará a la ruina y por ende a la desaparición. Ya no queda espacio para la inhabilidad y desde la pequeña empresa a la que pertenezco, dedicada a las flores comestibles, un sector a caballo entre el agroalimentario (relativamente azotado por la crisis), y cuyo cliente es la restauración (clausurada por decretazo hasta nuevo aviso) y también por el sector de la floricultura (gravemente apaleado) no queda tiempo para la desesperanza. Y como dice D. Mario Alonso Puig debemos aceptar el hundimiento y transformarlo en zona de descubrimiento. Se nos resistirá difícil, cómo ver el vaso medio lleno cuando las arcas se vacían cada día que pasa, pero hay que evolucionar, hacer más con menos, contribuir desde el interior para construir un mundo mejor. Si queremos salir de esta situación tenemos que provocar un cambio radical de aptitud, tanto en lo personal como en lo profesional y de forma colectiva. Las empresas se renuevan en cada cambio de ciclo y este no es diferente a otros, o tal vez si, por ser tan global e inesperado. Debemos emplearnos a fondo, más que antes si cabe, en el excéntrico empeño de llenar el mundo de flores, pero de las que se comen. A ver si lo conseguimos.