Ray Hilborn aboga por una nueva visión de los recursos pesqueros y su gestión eficiente frente a políticas simplistas de prohibición.

El biólogo de la Universidad de Washington recuerda que una gestión óptima aumentaría la biomasa relativa en 619 millones Tm y proveería proteínas a 500 millones de personas más.

Madrid, 14 de junio de 2016.- Ray Hilborn, biólogo marino y profesor de Ciencia Pesquera en la Universidad de Washington, cree imprescindible cambiar la visión sobre los recursos pesqueros y considerar como su propósito ser una fuente de alimento que contribuya al bienestar humano. El científico norteamericano defiende una gestión eficiente de la actividad pesquera frente a políticas simplistas de prohibición que, según Hilborn, carecen de sentido y no tienen en cuenta, por ejemplo, el impacto medioambiental que supondría la ausencia de pescado en la dieta de la población humana.

A este respecto, Hilborn apunta que la sustitución de las proteínas que aporta a la dieta el pescado exigiría incrementar la explotación de otras fuentes como la ganadería, cuyo impacto medioambiental es aún mayor, sobre todo debido a los gases de efecto invernadero. Además, Hilborn señala que una gestión pesquera óptima aumentaría la biomasa relativa en 619 millones de Tm y permitiría incrementar las capturas en 16 millones de Tm, lo que se traduciría en proveer de proteínas a 500 millones más de habitantes del planeta.

A partir del análisis de más de 4.500 pesquerías de todo el mundo y aplicando una serie de modelos bio-económicos, el estudio demuestra que la productividad y la salud de los océanos son compatibles. Según Hilborn, “la mayoría de las grandes pesquerías del mundo lo están haciendo relativamente bien, pero es urgente remodelar muchas pesquerías locales, mayoritariamente de países en desarrollo, en los que millones de personas tienen en la pesca no solo una fuente de alimentación, sino también su medio de vida”.

Para Hilborn, aunque el principal escollo con el que se enfrenta la gestión óptima de los recursos pesqueros es la falta de información sobre los stocks evaluados actualmente (40%) y la gestión desarrollada por ciertas pesquerías, es posible “desmontar” los cuatro grandes mitos que defienden ciertas organizaciones medioambientalistas y otros grupos de presión en torno a la pesca.

Para el científico, estos cuatro mitos son:  que los stocks pesqueros están reduciéndose a escala global; que la mayoría de las pesquerías se gestionan de forma insostenible; que la actividad pesquera destruye el medio ambiente; y que la mejor manera de proteger los océanos consiste en la prohibición de esta actividad.

Respecto a los dos primeros, Hilborn considera que es absurdo hacer afirmaciones tan generalistas puesto que cada océano, pesquería y especie son realidades diferentes y, por lo tanto, requieren de políticas de gestión distintas y definidas en base a un conocimiento científico. Por otro lado, la insostenibilidad de la actual gestión de las pesquerías es también un mito y, además, peligroso, al poner en entredicho la importante labor de gestión de la mayoría de las pesquerías llevada a cabo en países desarrollados y cuyo principio básico es, justamente, la sostenibilidad.

Respecto al tercer mito, según el cual la actividad pesquera destruye el medio ambiente, Hilborn apunta que equivaldría a afirmar que la agricultura tiene este mismo efecto. Según el científico norteamericano, “la actividad pesquera modifica el entorno, pero generalmente no reduce la productividad”.

Por último, respecto al cuarto mito, Hilborn insiste en que la mejor protección de los océanos pasa por una gestión eficiente de la actividad pesquera. De hecho, “al aplicar programas de gestión eficiente, los stocks se mantienen estables o aumentan”.

Según Hilborn, la ausencia de datos científicos produce problemáticas como la del Mediterráneo, la costa noroeste de África o las aguas del sur y sureste asiático, cuyos stocks no tienen ninguna representación en las evaluaciones, “y es, justamente, en estas zonas donde es común la sobrepesca debido, en gran medida, a que se carece de medidas de gestión efectivas”.

En el otro extremo se sitúan países como Estados Unidos, Islandia, Noruega y Nueva Zelanda, con un largo recorrido en la definición de políticas y el establecimiento de medidas basadas en el conocimiento científico. En Europa, la situación de mejora progresiva del Atlántico es una prueba más de la eficacia de este enfoque.

Contra la demonización del arrastre

En contra de las organizaciones que promueven la prohibición de determinadas artes de pesca, Hilborn también aboga por el equilibrio y considera inconsistente la demonización de la pesca de arrastre, cuyo impacto en los fondos marinos, en las zonas en las que actualmente se práctica, es mínimo.

Hilborn responde así a un estudio publicado en agosto en 2015 por la Universidad de Glasgow que concluía que la prohibición del arrastre en aguas profundas, prácticamente, no afectaría al sector pesquero cuando, en realidad, este método de pesca es el único que permite la captura de especies como la gamba, el carabinero, la cigala, el gallo o el fletán negro entre otras.