Los veterinarios relativizan el problema de resistencias en ganadería y alertan del coste que tendrá el cambio de modelo

Fecha: 29-Mar-2017

"Como todo cambio de modelo, la reducción del uso de antimicrobianos en la ga­na­de­­ría valenciana tendrá un coste y al final será la seguridad alimentaria y el mercado en el que com­pe­ti­mos el que nos mar­cará hasta dónde llegar. Así pues, para que los vete­ri­­na­rios po­da­mos co­la­bo­rar en la reso­lu­ción del problema global de las re­sis­tencias a los antibióticos necesitamos también el apo­­­­yo de la so­­ciedad, que tendrá que asumir igual ése cos­te en el corto plazo". Así de tajante se mostró el pre­­sidente del Colegio de Veterinarios de Valencia (ICOVV), Francisco Beltrán Andreu, en la ronda de con­­clu­­siones de la im­por­tan­te jornada celebrada recientemente en la sede colegial para debatir este pro­ble­­ma. Como conclusión prin­ci­­pal, todos los expertos destacaron que la producción valenciana es "de alta calidad y ca­ren­te de re­si­duos". An­tes, durante la inauguración del evento, el director general de Agricultura y Ga­na­de­ría, Roger Lla­nes, ad­vir­tió de la otra cara de ésa misma moneda, que los avances logrados en esta materia por la avi­cul­tu­ra y el sec­­tor porcino va­­len­cia­nos están ya "convirtiéndose en un arma com­pe­titiva que debe­mos ex­plo­tar frente a los sistemas productivos de ga­­naderías de ter­ceros países".

La cuestión -considerada ya por la ONU y la OMS al mismo nivel de amenaza para la salud pública que en su momento tuvo el Sida o el ébola- fue introducida por la ma­­­­­­yor experta española en la materia, Con­­­­suelo Rubio, jefa del Departamento de Medicamentos Vete­ri­na­rios de la Agencia Española de Medi­ca­men­­tos y Productos Sanitarios (AEMPS). La coautora del Plan Na­­­cional Re­sis­tencia Antibióticos (PRA) co­men­­zó definiendo el fenómeno como la capacidad que tienen las bac­­terias de so­brevivir, de crecer y mul­ti­pli­carse en presencia de agentes an­­­­timicrobianos, pre­fe­ren­temente an­ti­bióticos, que a con­cen­traciones nor­­­­­males o las mataría o al menos, las inhibiría. Acto se­guido, concretó el alcance del problema: la falta de efi­cacia a la hora de atajar infecciones de estos fármacos provoca ca­da año en la UE la muerte de más de 37.000 personas, de más de 70.000 en EEUU. En España la cifra, aun­que algo desfasada, es de 2.500 muer­­­tes anuales, lo que conlleva un coste sanitario de unos 150 millones de eu­ros.

El origen de la crisis, de la aparición de las llamadas 'superbacterias' -convinieron to­dos los po­nen­tes- no se ha dado tanto en medicina ani­mal co­mo en humana. En la segunda, según los da­tos acumulados de la receta reembolsada por el Sistema Nacional de Salud y de la receta privada, Es­pa­ña es el se­gun­do país de Europa en consumo de an­ti­bió­ticos, tras Grecia. En medicina veterinaria, se­gún el in­for­me ESVAC, es­­tamos también a la cabeza europea. Pese a todo y por centrar el asunto, la res­pon­­­sa­ble de la AEMPS acla­ró que en nuestro país "no se consumen an­ti­bió­ti­cos, ni en la carne ni en la le­che y sus de­ri­va­dos por­que para eso los an­ti­bió­ticos tie­nen un tiempo de espera, de retirada para asegurar que las carnes, cuan­­do llegan al con­su­midor, no los con­ten­gan. Lo que sí pueden portar son ge­nes de resistencias", explicó.

Efectivamente y como insistieron en remarcar desde la Administración valenciana, desde la AEMPS o desde el propio ICOVV, el modelo ganadero valenciano garantiza plenamente la seguridad alimentaria de la ca­ba­ña "si bien puede ser mejorado con medidas correctoras para minimizar el uso de antibióticos", ma­ti­zó a este respecto Lorenzo José Fraile, doctor en Vete­ri­na­­­ria y experto de referencia en epi­­demiología y far­ma­co­logía de salud animal. Frai­le delimitó acto seguido el conjunto de actuaciones que el veterinario      -tam­­bién el que ejer­ce en las clínicas de atención a mascotas- puede adoptar para racionalizar este con­su­mo. Y en este sentido, destacó que en las granjas valencianas aún existe un "amplio margen" para mejorar el diag­­nóstico, reducir su recurso con medidas que incidan en el entorno de los ani­ma­­les, en las ins­ta­la­cio­nes, la bioseguridad o el control ambiental, que pue­dan minimizar los agen­­­tes patógenos a través de me­di­das sa­­nitarias -revisando los sistemas de pre­ven­ción de bacteriosis o las vacunas-  o profilácticas, en la ali­men­­ta­­ción y el bienestar. Es más, en un contexto de parálisis global de la innovación en materia de nue­vos an­tibióticos, al contrario que en medicina humana, "los veterinarios sí podemos continuar usando muchos de los fár­macos existentes desde hace décadas, que siguen siendo efectivos", aseguró el experto.

 Tras debatir tales medidas, en la mesa redonda posterior, Beltrán insistió en remarcar que "los cam­bios de sistemas los impone el mercado, no la normativa. Si la sociedad está dispuesta a asumir el coste que supone un cambio de modelo productivo, éste se dará y todos, veterinarios y empresas, nos adap­­ta­re­mos. Si el cambio es tan sólo regulatorio, lo único que se producirá es una deslocalización de las cabañas, con el consiguiente empobrecimiento de nuestra sociedad, por no hablar del riesgo estratégico que puede suponer la pérdida de este sector y la de­pendencia de importaciones de terceros países que pro­­­ducen en con­diciones no comparables a las nues­tras", opinó mientras el resto de expertos asentían.

En última instancia intervino el subdirector general de Agricultura y Ganadería, Vicente Marzá, quien ad­vir­tió que su departamento lleva a cabo un amplio programa de inspecciones en cuanto a higiene ga­­­nadera y de controles en las fábricas de piensos así como un programa específico en las ex­plotaciones por­­cinas para asegurar que la prescripción y el uso de los antibióticos cumple con los requisitos técnicos y legales.