Los frutos rojos – Alternativas de cultivo para zonas de montaña / Pilar Errea

Fecha: 20-Mar-2020

Pilar Errea
Unidad de Hortofruticultura
   Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
perrea@aragon.es

Durante los últimos años, se están llevando a cabo iniciativas locales de carácter medioambiental que pretenden establecer modelos de desarrollo económico sostenibles en zonas de montaña. Estas iniciativas buscan la puesta en cultivo de especies en desuso y/o de nuevas demandas, así como la implantación de otras afectadas por el cambio climático en sus actuales hábitats, y que sean susceptibles de ser recuperadas en altura. Cultivos que pueden representar un importante valor de materia prima  en resolver demandas de calidad y adaptación al entorno, y que pueden ser la base de obtención de productos alimentarios de calidad y valor diferencial con interés para el ciudadano, así como de génesis de estructuras de negocio con implicación del territorio. Todo ello impulsando un sistema de desarrollo sostenible que abarque, desde lo nutricional, con cultivos altamente saludables, pasando por el impacto medioambiental y social, fomentando el empleo y emprendimiento, y garantizando la viabilidad económica.

 

Entre estos cultivos se encuentran el grupo de los frutos rojos, o frutos del bosque, denominados así porque tradicionalmente no se cultivaban, sino que crecían en arbustos silvestres. Así se definían a las frutas pequeñas, dulces (o ácidas), jugosas e intensamente coloreadas obtenidas de arbustos silvestres.

Actualmente Los frutos rojos han encontrado cabida en muchas zonas de nuestra geografía, especialmente en zonas de montaña, por las características del climáticas, edáficas y orográficas que hacen viable su cultivo, y sobre todo, por la demanda que estos productos están teniendo en la actualidad. Es incuestionable la tendencia global que se observa en países desarrollados hacia el consumo de productos saludables, alimentos frescos, bajos en calorías y con un alto valor nutricional. Los frutos rojos presentan estas características de alto valor nutricional y propiedades beneficiosas para la salud. Contienen alto porcentaje de compuestos fenólicos, fibras, hierro y vitamina C, lo que les confieren propiedades antiinflamatorias, antioxidantes,  antibacterianas, astringentes, depurativas y diuréticas.

Las frambuesas, los arándanos, las moras y las grosellas son algunos de los que más están ganando terreno gracias a la gran demanda que tienen. Según los datos del MAPA, el arándano y la frambuesa han duplicado la superficie de cultivo en los últimos 4 años, en detrimento por ejemplo de la fresa. Todo esto se  debe en gran parte, a las propiedades que se les atribuyen, lo que ha hecho que por ejemplo, para el caso del arándano, el consumo se haya disparado un 300% en los dos últimos años. La población está introduciendo estos frutos rojos en su dieta al ser considerados superalimentos, una etiqueta que atrae al consumidor y sobre todo a una franja importante de la población joven. También hay que destacar el hecho de que estos cultivos son un sector clave en la exportación agroalimentaria de España, ya que más del 60% de la producción se exporta. Además, hay que tener en cuenta que España es el mayor productor de frutos rojos de la UE, y eso se puede observar en el cambio de volumen de negocio desde 2012: el arándano ha pasado de facturar 85 millones de € en 2012 a los 258 millones de € en 2018; mientras que la frambuesa ha pasado de facturar 112 millones de € en 2012 a 344 millones de € en 2018. Estos datos reflejan el interés y la demanda creciente por estos productos, pero sin duda su implantación en muchas zonas del ámbito rural, contemplan unos mercados de proximidad y productos transformados, de los que estos cultivos ofrecen amplias posibilidades.

 

Hay que conocer la potencialidad de estas zonas para la producción y/o aprovechamiento de frutos rojos como alternativa de cultivos, y determinar los condicionantes y las especies de mayor interés. Además, por supuesto, de concienciar sobre la necesidad de adaptarse a la evolución del contexto socioeconómico de las zonas rurales, mediante la producción de cultivos alternativos viables.  El desarrollo de estas iniciativas ha creado un amplio interés en el ámbito rural que repercute directamente en este sector, a través del fomento de productos de calidad y promoción de mejoras en la gestión agrícola de las zonas involucradas. Además pueden ser la base de obtención de productos alimentarios de calidad y valor diferencial con interés para el ciudadano, así como de génesis de estructuras de negocio con implicación de mano de obra cualificada.

Promover el valor intrínseco de productos alimentarios locales y a través de su desarrollo sostenible, procurando la armonía entre el medio ambiente y las actividades humanas es un factor que impulsa y moviliza a la implantación de estos cultivos, así como también ofrecer la oportunidad de buscar soluciones a problemas locales como la diversificación de las producciones agrarias y un desarrollo económico sostenible