La sequía amenaza la biodiversidad del suelo y pone en peligro el ciclo de nutrientes en toda Europa

Un estudio europeo publicado en la revista Global Change Biology y liderado por el CREAF advierte que la sequía asociada al cambio climático podría reducir la biodiversidad de organismos del suelo y frenar la descomposición de las hojas caídas. Esto pondría en peligro el reciclado de los nutrientes para las plantas en toda Europa.

Fecha: 04-Jul-2019

Fuente: Creaf

El experimento se ha llevado a cabo en 54 parcelas con vegetación arbustiva natural situadas en seis países europeos (Reino Unido, Holanda, Dinamarca, Hungría, España e Italia), abarcando un amplio rango de temperaturas y precipitaciones.

Durante cuatro años, los investigadores simularon en esas parcelas dos efectos asociados al cambio climático: que cada vez llueve menos y que cada vez hace más calor. Para simular la reducción de precipitaciones, en algunas parcelas instalaron una lona que se extendía automáticamente en caso de lluvia, expulsando parte del agua caída fuera de la parcela. Y para simular el aumento de temperatura, en otras parcelas instalaron una lona reflectante que se extendía cada noche para reducir la pérdida de calor hacia la atmósfera.


Colémbolos de la especie Sinella curviseta. Foto: Cortesía de la Aarhus Universitet.

Los investigadores estimaron a qué velocidad se descomponían las hojas y ramas caídas (hojarasca) y al final de los cuatro años midieron la diversidad de unos organismos del suelo llamados colémbolos (directamente implicados en la descomposición). Finalmente, compararon los resultados de estas parcelas con las de otras en las que no se había aplicado ningún tratamiento experimental.

El resultado es clarísimo en cuanto a la reducción de precipitaciones: cuanto mayor es la sequía, menor es la diversidad de colémbolos y más lenta es la descomposición de los restos vegetales que caen al suelo.

Un declive con consecuencias graves que podrían reproducirse en la agricultura

Los colémbolos son un grupo muy amplio de animales diminutos que viven en el suelo, muy parecidos a los insectos, y son una pieza clave en la descomposición de las hojas y ramas que caen al suelo y en el reciclaje de los nutrientes para que las plantas los puedan aprovechar.

“No son los únicos implicados en estos procesos de descomposición y reciclado de nutrientes – apunta Guille Peguero, investigador del CREAF y primer autor del estudio -, pero son muy abundantes, juegan un papel importante y nos pueden servir como sensores de lo que le está pasando al ecosistema.”


Colémbolo de la especie Orchesella cincta. Foto: Cortesía de la Aarhus Universitet.

Si los colémbolos (y otros organismos implicados en la descomposición de los restos vegetales) van desapareciendo, las plantas tendrán muchas dificultades para conseguir los nutrientes que necesitan, los animales que se las comen, también, y los que se comen a estos animales, también.

“Aunque hemos estudiado este efecto en parcelas de vegetación natural, es muy probable que se dé también en ecosistemas agrícolas, porque el clima es igual para todos, con lo que al final el efecto en cadena fácilmente puede acarrear consecuencias en nuestra capacidad de alimentarnos”, advierte Peguero.

Lo más curioso es que la sequía no sólo redujo el número total y la cantidad de especies de colémbolos que están presentes en el suelo, sino que además las especies que resistieron están evolutivamente más emparentadas entre sí. Esto reduce la eficacia con la que los nutrientes vuelven a estar disponibles para las plantas. “Como, por lo general, las especies muy emparentadas suelen desempeñar funciones parecidas dentro del ecosistema, lo que ha pasado en nuestras parcelas se podría comparar con la desaparición de algunos oficios en una población humana”, explica Guille Peguero.


Colémbolos de la especie Folsomia candida. Foto: Cortesía de la Aarhus Universitet.

El efecto incierto de la temperatura

En cuanto al efecto del calentamiento, el impacto sobre los colémbolos y la descomposición de las hojas fue muy leve. Sin embargo, el método experimental empleado alcanzó un aumento de temperatura de tan solo medio grado, muy por debajo de las predicciones actuales de cambio climático para el futuro más inmediato, y no se puede saber qué hubiera pasado si se hubieran logrado temperaturas más similares a las previstas. Queda por ver, si las consecuencias de la sequía se mantienen en el tiempo y si se trasladan a otros grupos de organismos clave: “Lo importante es darse cuenta de que debajo de nuestros pies habita un universo de vida del cual dependemos enteramente y que también está sufriendo el cambio climático. Apenas lo estamos empezando a investigar”, concluye Peguero.