La competitividad de la ganadería extensiva / Isabel Casasús

Fecha: 10-Dec-2019

Isabel Casasús
Unidad de Producción y Sanidad Animal
   Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
icasasus@cita-aragon.es

La ganadería extensiva aragonesa tiene una gran importancia tanto económica como social y ambiental. En el plano económico, aunque su contribución es menor que la de la ganadería porcina, se trata de una actividad que se da en territorios muy distintos, siendo incluso en algunos de ellos la única actividad económica viable. De hecho, por su amplia distribución en el medio rural contribuye al mantenimiento de la población y el tejido social en zonas donde hay pocas alternativas laborales a la agricultura. A la vez, es crucial su papel en la conservación de los valores ambientales en estas zonas, cuyo paisaje es fruto del pastoreo de los rebaños y la actividad ganadera, que hoy contribuye a la prevención de riesgos como la erosión o los incendios.

En la actualidad, nuestros sistemas ganaderos se enfrentan a diversos retos: por un lado han de ser eficientes para alimentar a una población mundial creciente, compitiendo en un entorno global; por otro, deben reducir los impactos negativos en el medio, no depender de recursos utilizables para la alimentación humana y ser robustos y capaces de responder en un contexto de cambio. Ante esta circunstancia, la mejora de la competitividad de la ganadería extensiva pasa por incrementar su eficiencia técnico-económica (mediante una mayor productividad y valor añadido de los productos) y potenciar a la vez su papel como generadora de efectos positivos en el medio.

 

SISTEMAS GANADEROS COMPETITIVOS Y ADAPTADOS A LOS RECURSOS DISPONIBLES

La competitividad de la ganadería extensiva depende en buena medida de una producción basada en la eficiencia técnica, la reducción de costes y la calidad y el valor añadido de los productos. Tanto en el ganado vacuno como en el ovino de carne debe asegurarse una adecuada productividad en número de crías durante la vida útil de la hembra. Esto requiere optimizar sus rendimientos reproductivos, con especial incidencia en la edad y desarrollo a la pubertad y al primer parto, el reinicio temprano de la ciclicidad post parto, y la mejora de la fertilidad y longevidad. A tenor de los datos actuales, todos estos parámetros tienen un amplio margen de mejora en las explotaciones. Deben además optimizarse los crecimientos de las crías en las distintas fases, mediante prácticas de alimentación y manejo que garanticen su adecuado peso y desarrollo, tanto en la fase de lactación como en el cebo.

La eficiencia económica dependerá, por un lado, de una reducción de costes de producción, sobre todo los ligados al manejo y la alimentación, mayoritarios en las explotaciones de madres y de cebo. Para ello, es necesario diseñar sistemas adaptados a los recursos disponibles en las explotaciones, siendo la autosuficiencia clave para la sostenibilidad económica. En las granjas de cría esta adaptación puede modularse mediante la elección de la época de parto y destete, y en la fase de cebo cabe considerar, entre otras alternativas, la alimentación con forrajes o recursos producidos localmente. Estas estrategias pueden además incrementar los ingresos, al conferir un valor añadido a los productos en virtud de una calidad diferenciada vinculada al origen y/o al proceso de cría.

 

EL GANADO COMO HERRAMIENTA DE GESTIÓN DEL MEDIO

En el plano ambiental, con frecuencia se habla de la contribución de la ganadería a la emisión de gases de efecto invernadero, y en este sentido los rumiantes suelen salir perjudicados con respecto a los monogástricos. Esto se debe a que su dieta se basa principalmente en pastos y forrajes con alto contenido en fibra, que al fermentarse en el rumen da lugar a la formación de metano, un gas de efecto invernadero. Sin embargo, este no debe ser el único parámetro para determinar el efecto ambiental de los sistemas ganaderos. La ganadería extensiva aprovecha pastos naturales que son sumideros naturales de carbono, no compiten con productos que podrían utilizarse en alimentación humana (como cereales), no generan problemas con la concentración de deyecciones en áreas reducidas (ya que se dispersan como fertilizante en amplias zonas de pastoreo) y consumen recursos naturales de producción local, con lo que se reducen las emisiones ligadas a la producción, elaboración y transporte de sus dietas.

Por el contrario, la ganadería adecuadamente gestionada puede constituir una valiosa herramienta para conseguir objetivos ambientales. Se ha demostrado en diversos espacios pastorales de Aragón que el consumo del pasto por el ganado permite renovar los recursos herbáceos y mantener su calidad. El pastoreo evita la proliferación arbustiva y la acumulación de biomasa inflamable y de baja calidad, favoreciendo una estructura del paisaje en mosaico y abierta. Por ello, la ganadería resulta complementaria con otras actividades que pueden coexistir en el mismo territorio, especialmente en el sector turístico (p.e. el mantenimiento de pastos en zonas de alto valor natural, o de aprovechamiento cinegético e incluso en estaciones de esquí). La continuidad de estas acciones queda garantizada si se integran de manera técnicamente eficiente en un sistema de producción dado, y cuando reciben un apoyo específico a través de políticas que remuneran los servicios que la ganadería extensiva aporta al mantenimiento de los ecosistemas.