Investigadores del IUCA consiguen detectar y cuantificar “a bajo coste” contaminantes naturales en los alimentos

Fecha: 05-May-2017

Los investigadores del Instituto de Investigación en Ciencias Ambientales (IUCA) Juan Ramón Castillo y Juan carlos Vidal, de la Universidad de Zaragoza, han desarrollado un método para detectar y cuantificar simultáneamente hasta tres tipos de micotoxinas, contaminantes naturales muy extendidos en los alimentos a nivel mundial.
Las micotoxinas son segregadas por los hongos que se generan en condiciones de humedad o temperaturas cálidas durante los procesos de conservación por los que pasan los alimentos. Es muy común que se encuentren en especias, frutos secos, cereales y derivados y en bebidas como café, vino, mosto, leche o cacao.
Miembros del grupo de investigación GEAS del Instituto de Investigación en Ciencias Ambientales (IUCA) han desarrollado una tecnología que permite detectar y cuantificar tres tipos diferentes de las micotoxinas más comunes en cereales, frutos secos y bebidas alcohólicas. La revista Analytical Methods, perteneciente a la Real Society of Chemistry, publica un artículo relativo al proceso de este método diseñado, que consta de dos partes diferenciadas: la extracción de las micotoxinas mediante tratamientos químicos, en primer lugar, y su posterior determinación, gracias a inmunosensores electroquímicos miniaturizados.
Detectar simultáneamente Ocratoxina A, Fumonisina B1, Deoxynivalenol y, además, saber la cantidad exacta en la que se encuentran, significa detectar tres de las 12 tipos de micotoxinas más peligrosas entre los más de 300 que existen.
En la Unión Europea, la legislación no contempló las micotoxinas en alimentación hasta 2003, cuando las autoridades, preocupadas por esta cuestión, establecieron unas cantidades máximas en diferentes tipos de alimentos, con especial cuidado en los de consumo infantil. El motivo de las restricciones son las nefastas consecuencias para la salud que puede acarrear la ingesta de estas micotoxinas, dependiendo siempre de la clase de hongo que las haya producido: deterioro del sistema inmunitario, sensibilidad a las toxinas bacterianas, irritación, alergias y enfermedades graves como el cáncer.
La presencia de estas sustancias, que encabezan la lista de los contaminantes naturales más extendidos en los alimentos a nivel mundial, puede suponer también restricciones comerciales para las regiones productoras de alimentos que no aseguren que su producción se ajusta a los parámetros establecidos por la UE.
Gracias a esta nueva tecnología, los procesos de control de vino así como de otros alimentos podrán resultar mucho más asequibles, lo que puede desembocar a largo plazo en una mejora de la calidad y seguridad alimentaria del sector.