Insectos, ¿una solución contra el hambre y la crisis climática?

Los insectos son ricos en nutrientes y más resistente a los choques climáticos que otros alimentos, producen una pequeña fracción de los gases de efecto invernadero del ganado y, desde luego, necesitan infinitamente menos agua que la mayoría de los alimentos habituales, por lo que podrían desempeñar un importante papel en la lucha contra la desnutrición.

Fecha: 11-Dec-2019

Esta es una de las principales conclusiones que se extraen de un estudio realizado por la ONG internacional Acción contra el Hambre en República Centroafricana y presentado en la Cumbre Mundial del Clima en Madrid, que muestra el valor nutricional de los insectos y las oportunidades de trabajo que su consumo podría crear. De hecho, en muchos países comer insectos forma parte de la dieta básica —actualmente más de una cuarta parte de la población mundial, unos dos mil millones de personas—, una tradición que se ha practicado durante milenios.

“Aunque en España no se consumen de manera común, en muchos países suponen una importante fuente de proteínas. Debería producirse un cambio cultural drástico para que en España incorporáramos los insectos a nuestra dieta, pero los beneficios para el planeta son obvios”, comenta Amador Gómez, director técnico de Acción contra el Hambre.

Insectos para combatir el hambre y la crisis climática

Uno de los principales objetivos del estudio llevado a cabo en la República Centroafricana era, precisamente, investigar cómo el consumo habitual de insectos podría ayudar al país a abordar tasas extremadamente altas de desnutrición crónica, que afecta a más del cuarenta por ciento de los niños menores de cinco años del país.

En este sentido, el estudio destaca que los insectos no solo suponen una fuente nutricional más resistente a los choques climáticos que otros alimentos, sino que favorecer la entomofagia podría reducir la inseguridad alimentaria al mismo tiempo que crear oportunidades de empleo, particularmente entre las mujeres.

Un kilo de insectos, un litro de agua

En cuanto al aspecto de sostenibilidad, por poner un ejemplo, para producir un solo kilogramo de carne de vacuno se necesitan nada menos que quince mil litros de agua y ocho kilos de alimento. Sin embargo, los insectos pueden alimentarse con desechos biológicos y requieren solo dos kilos de alimento por cada kilogramo.

Además, son resistentes a la falta de agua: muchas especies requieren menos de un litro de agua por kilogramo de insecto. En las regiones del mundo donde cosechas y ganado son diezmados por las sequías o los conflictos, el desarrollo de infraestructuras sostenibles para la producción de insectos durante todo el año podría desempeñar un importante papel en la lucha contra la desnutrición.

“Mejorar el acceso y su consumo podría desempeñar un papel protagonista en la lucha contra el hambre en el mundo. Los insectos son capaces de resistir los crecientes choques climáticos que estamos presenciando y proporcionan más calorías, proteínas y nutrientes que los alimentos básicos tradicionales. 100 gramos de grillos tienen 63 gramos de proteína, la carne de vacuno solo contiene 24 gramos. En muchos de los países más afectados por la crisis climática ya se consumen insectos como parte de la dieta. El desafío con el que nos encontramos es que muchos de estos insectos son estacionales y, por lo tanto, los beneficios nutritivos solo están disponibles durante un tiempo limitado. Es necesario explorar soluciones que los conserven durante todo el año. Además de los beneficios nutricionales, también existen oportunidades de empleo que la industria de los insectos puede crear”, explica Amador Gómez.