El futuro del almendro en España: ¿Será posible producir 4.000 kg de grano/ha?

Actualmente el almendro ha dejado de ser un cultivo marginal básicamente de secano y se ha establecido en zonas de regadío con un manejo semejante al de cualquier otro frutal. Como consecuencia de ello, las producciones obtenidas en algunas plantaciones están alcanzando medias superiores a los 2.000 kg de grano/ha. Sin embargo, se presenta el reto de saber si será posible incrementar esta producción (más de 3.000 kg/ha), tal y como ya sucedió en EUA en el pasado. Las nuevas variedades y los nuevos modelos productivos pueden ayudar a mejorar el potencial productivo, pero aún se desconoce hasta donde.

Fecha: 05-Oct-2018

Tags: almendras

Fuente: Interempresas

Las nuevas plantaciones intensivas y las súper-intensivas aportan precocidad, mecanización total, recolección en continuo y elevadas producciones. Pero además, existe margen de mejora en el avance del manejo agronómico de las plantaciones actuales. La productividad depende principalmente del número de flores producidas, del porcentaje de cuajado y del peso del fruto, parámetros conocidos como los componentes del rendimiento productivo. Estos son parámetros dependientes del genotipo, pero están modulados por las condiciones agro-climáticas y del manejo agronómico. Es aquí, donde es posible mejorar procesos básicos como la inducción, la diferenciación floral, el cuajado y el crecimiento del fruto y por consiguiente la productividad. Finalmente, comentar que la productividad es y deber ser uno de los objetivos fundamentales del cultivo en España en los próximos años, sin embargo ello no debe dejar de lado la sostenibilidad económica y ambiental del cultivo. Por lo tanto, es necesario buscar modelos productivos eficientes y sostenibles tanto economicamente como medioambientalmente.

Actualmente España es el tercer país productor de almendra del mundo, con un volumen de cosecha que supone el 4% del total mundial, a mucha distancia de Estados Unidos de América (EUA) (80%). Australia, con un crecimiento exponencial tanto de superficie como de producción, es el segundo productor mundial con un 7% de la misma (Almond Board of Australia, 2018). Aun así, la producción no está directamente relacionada con la superficie, si no con la eficiencia productiva en cada país. En este sentido, España es el país con mayor superficie con 661.000 ha (MAGRAMA, 2018), seguida por EUA con 405.000 ha (Almond Board of California, 2018), en cambio Australia solo tiene 39.662 ha (Almond Board of Australia, 2018).

En España, el almendro sigue teniendo una gran importancia económica (genera un volumen de negocio de más de 1.000 millones de euros), pero también social (su cultivo ayuda a mantener la población rural y a conservar el medio ambiente evitando el abandono de fincas en zonas de secano).

Actualmente, considerar que en España es habitual obtener producciones similares a California y que ya se superan los 2.000 kg de grano/ha, no es ser honesto con la realidad actual que vive el sector español. Actualmente aún se cultiva el 86% de la superficie española de almendro en secano (Figura 1), y, en muchos casos con secanos duros de menos de 300 mm de lluvia anuales (zonas de Castilla-La Mancha, Murcia y Andalucía). Por lo tanto, en estas extensas zonas, la productividad sigue siendo muy baja y no supera en muchos casos los 100 kg de grano/ha (MAGRAMA, 2018). Además, la mayoría de plantaciones que se han realizado hasta ahora en regadío tampoco obtienen elevadas producciones principalmente debido a las reducidas dotaciones de riego (muchas confederaciones hidrográficas españolas limitan el agua para el cultivo del almendro) y a un manejo agronómico deficiente. La media productiva española actual en regadío no supera los 500 kg de grano/ha (MAGRAMA, 2018).

Al mismo tiempo, la productividad en secano es muy variable y depende principalmente de la pluviometría anual de cada zona. Además, en muchas de las plantaciones en secano no se ha realizado una reconversión varietal, con lo cual las variedades tradicionales mayoritariamente autoincompatibles y de floración precoz, son sensibles a las heladas primaverales que originan elevadas pérdidas (como las sufridas durante los tres últimos años en zonas de diferentes comunidades españolas).

Por otra parte, la superficie de secano que se está replantando con nuevas variedades (de floración tardía y autofértiles) está aumentando, como está sucediendo principalmente en Castilla-La Mancha. En los próximos años estas plantaciones, aun siendo de secano (dependientes de la pluviometría), podrían alcanzar producciones próximas a los 300-500 kg de grano/ha.
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En cuanto al almendro en regadío, en la Figura 2 se puede observar el cambio de tendencia en la evolución de la superficie plantada en España. Durante los últimos 5 años, en los cuales se han duplicado las hectáreas. La evolución indica un aumento de la superficie en regadío, pasando de representar el 5% al 14% del total de la superficie de almendro en España.

Aún con dicho crecimiento, la superficie de regadío sigue siendo poco representativa respecto en el total de España. Sin embargo, este incremento si que pueder suponer un elevado aumento productivo, debido a las mayores producciones de las nuevas plantaciones en regadío. Las estimaciones que se han realizado sobre el crecimiento del cultivo, consideran que en el 2025 la superficie nueva plantada desde el 2014 (tanto de secano como de regadío) pueda superar las 150.000 ha, a las que habrá que añadir las actuales y que podrán suponer una producción de más de 150.000 t (Figura 3).
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Mejora productiva del cultivo

Actualmente, en España ya se pueden encontrar algunas plantaciones en regadío bien cultivadas, situadas en condiciones de medio adecuadas y con niveles de producción similares a los obtenidos en California.

El almendro está dejando de ser considerado un cultivo marginal y se está estableciendo en zonas de regadío, realizando un manejo similar a cualquier otro cultivo frutal (Figura 4). Como consecuencia de ello, en esas condiciones las producciones que se esperan alcanzar y que en algunos casos ya se están alcanzando oscilan alrededor de los 1.500-2.000 kg de grano/ha.

Con la aplicación de riego, de nuevos materiales vegetales mejorados (variedades y porta-injertos) y la cada vez mayor utilización de suelos fértiles, es posible diseñar nuevos modelos productivos más intensivos, hecho que puede provocar una marcada mejora del rendimiento productivo.
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Además, los datos productivos de diferentes ensayos del IRTA, así lo corroboran y demuestran el elevado potencial productivo que tiene el cultivo. En la Figura 5 se presenta un resumen de datos productivos de diferentes ensayos, donde se compara la productividad anual del cultivo en diferentes condiciones hídricas.

Se aprecia claramente que la producción aumenta exponencialmente en relación a la edad de los árboles (en los primeros 10 años) y con la cantidad de agua de riego, pudiendo llegar a producciones de 3.000 kg de grano/ha con dotaciones totales de riego (7.500 m3/ha y año) y marcos de plantación tradicionales.

Por lo tanto con los resultados del IRTA, así como los obtenidos en otras redes de experimentación y centros de investigación españoles (ITAP, IVIA, CICYTEX, IFAPA, etc.), se puede afirmar que es posible alcanzar los 3.000 kg de grano/ha. Sin embargo, se desconoce si podrán superar estas producciones, como ya sucedió en EUA en el pasado.

Actualmente, para mejorar el potencial productivo existente, es necesario abordar nuevos modelos productivos más intensivos, con diferentes sistemas de conducción de la plantación y marcos de plantación más estrechos.

No obstante, no solo se debe mejorar el diseño de nuevos modelos productivos, sino que también es necesario abordar una mejora del manejo agronómico que se la da a la plantación tanto si es de secano como de regadío, ya que aún queda margen para la mejora productiva.
Nuevos modelos productivos en regadío

Hasta hace poco, el sistema tradicional de formación del almendro, tanto en secano como en regadío, se ha basado en el vaso clásico, realizando podas normalmente severas y utilizando marcos de plantación amplios.

Actualmente, en regadío con el material vegetal y la maquinaria de recolección disponibles es posible planificar nuevos modelos productivos mucho más intensivos, con diferentes sistemas de formación y conducción de la plantación, diferentes marcos de plantación.

Entre los nuevos modelos productivos destaca la utilización de diferentes sistemas de formación (vaso, eje, muro frutal, etc.). Además, la utilización de porta-injertos de moderado o reducido vigor, que combinados con las nuevas variedades, puede permitir alcanzar una producción elevada y precoz.

En los nuevos modelos productivos basados en la intensificación del cultivo, tanto a nivel de diseño como de manejo, se pretende aumentar la precocidad de la entrada en producción de la plantación, reducir los gastos de manejo, principalmente en la poda de los árboles, mecanizando al máximo posible todas las operaciones, incrementar el potencial productivo de las nuevas plantaciones y mejorar la gestión de la recogida de la almendra, utilizando sistemas de cosecha en continuo. A nivel global del cultivo, se pretende mejorar la rentabilidad de la plantación, reduciendo los gastos de manejo (generadas principalmente por la mano de obra) y aumentar los ingresos reduciendo el periodo improductivo para alcanzar la plena producción de la plantación lo antes posible.

Modelo intensivo

Uno de los modelos de alta densidad que más rápidamente ha sido adoptado por el sector es el sistema intensivo (400-666 árboles/ha). Éste está basado en la misma estructura del modelo tradicional, árboles formados en vaso, pero con marcos de plantación mucho más estrechos. Los marcos de plantación más comúnmente utilizados son del orden de 6 x 4 m, 5 x 5 m, 5 x 4 m y 5 x 3 m.

Con este modelo se pretende reducir el período improductivo de la plantación, aumentando la precocidad mediante el incremento del número de árboles de la parcela (se pasa de 200 árboles/ha a 666 árboles/ha), llegando a alcanzar el volumen productivo óptimo antes.

La formación y el manejo de los árboles en este tipo de plantaciones son similares al modelo tradicional en vaso clásico, pero con una poda menos severa o mínima.

Para la recolección de la almendra de los árboles de este tipo de plantaciones, el vibrador con paraguas invertido de ataque frontal o trasero (Figura 6) ya no es útil porque las calles son demasiado estrechas y en consecuencia no cabe la maquinaria (a excepción de algunos paraguas laterales nuevos que sí que podrían trabajar en estos marcos más estrechos).

Aun así, en general es necesario pensar en otro tipo de maquinaria de recogida. Una de las opciones es vibrar los árboles para provocar la caída de las almendras al suelo y recogerlas después (Figura 8). Las máquinas que recogen las almendras del suelo pueden ser, las utilizadas en España en otros cultivos, como la nuez o la avellana o máquinas de origen americano especializadas.

Otra solución, es la utilización del sistema de lonas o fardos muy utilizado en Andalucía para la recogida de la aceituna. Este, es un sistema basado en la utilización de lonas que se reparten sobre el terreno mediante “buggies” y las almendras se derriban mediante vibradores autopropulsados. Este sistema es rápido y económico, pero el inconveniente principal es la elevada necesidad de mano de obra para realizar todas las operaciones.

Finalmente, el último sistema que también se puede utilizar son las máquinas cabalgantes con unas dimensiones de trabajo amplias, que permiten trabajar en árboles con volúmenes intermedios (Figura 9).

En general, todos los sistemas que realizan la recolección de la almendra del árbol tienen el inconveniente de una posible caída de frutos previa a la recolección, debida a inclemencias meteorológicas o a la maduración irregular de algunas variedades.

Hay que tener en cuenta que una recolección precoz puede evitar dicho problema, pero por el contrario puede incrementar la humedad del fruto. En cambio, la recolección de las almendras del suelo supone una ventaja para su secado y soluciona el problema de la caída precoz, no obstante tiene el inconveniente de la necesidad de un equipo de pre-limpieza para evitar el transporte y el manejo de lotes de almendras con piedras y restos vegetales, así como la posible contaminación de la almendra y del ambiente con las partículas de polvo originadas por la acción y movimiento de la maquinaria.

Respecto a la recogida de las almendras del suelo, cabe señalar que las variedades españolas de cáscara dura presentan una ventaja significativa respecto las americanas (que son de cáscara blanda) ya que dan una mayor protección del grano respecto a podredumbres. En las plantaciones americanas existen muchos problemas de aflatoxinas en el grano de la almendra, ya que los hongos que las generan están presentes en el ambiente y pueden penetrar fácilmente en el grano a través de la cáscara blanda (almendras mal selladas y/o agusanadas), tanto en el momento de la cosecha como en su almacenamiento. Sin embargo, aunque las variedades españolas sean de cáscara dura, es recomendable elegir variedades de maduración temprana, para evitar las lluvias y tormentas de otoño, coincidiendo con la presencia de la almendra en el suelo.

En cuanto a la productividad de las nuevas fincas comerciales diseñadas con este modelo más intensivo, aún es pronto para disponer de datos concluyentes que sirvan de referencia. Sin embargo, en la Figura 10 se presenta un resumen de los resultados de varios ensayos IRTA, donde se evalúan diferentes modelos productivos, plantados en el año 2009.

En estos modelos, mucho más intensivos y con podas más ligeras, ya se han obtenido producciones superiores al modelo tradicional, superando los 3.000 kg de grano/ha, y en algún modelo se ha conseguido superar los 4.000 kg de grano/ha.


Modelo súper-intensivo

El modelo súper-intensivo, últimamente de actualidad en el sector, se basa en estrechar todavía más los marcos de plantación y cambiar el sistema de formación de los árboles pasando de un vaso clásico a un eje o un muro frutal. Este sistema es parecido al utilizado en olivo, con recogida mediante máquinas cabalgantes (Figura 11). En la Granja d’Escarp (Lleida) existe una de las parcelas pioneras en este sistema, obteniendo en la actualidad producciones elevadas y estables en el tiempo (Agromillora, 2018).

Los marcos más utilizados en este modelo son de 3-3,5 m entre filas y de 1-1,5 m entre árboles. Las plantaciones son del orden de 2.500 - 2.800 árboles/ha. En estas plantaciones los porta-injertos a utilizar deben ser de vigor moderado a débil (‘Rootpac 40', ‘Rootpac 20', 'IRTA 1', etc.), ya que es necesario que el árbol tenga unas dimensiones reducidas. Sin embargo, en suelos muy pobres, se pueden utilizar portainjertos de vigor moderado-alto como ‘Rootpac R’ o ‘INRA-GF-677’. En cuanto a las variedades a utilizar se deben elegir aquellas con elevada ramificación y con hábitos de fructificación principalmente en ramilletes de mayo y brindillas.

En este modelo, los árboles se forman en eje o muro frutal, gestionados mediante poda mecánica, con alguna intervención manual. El primer sistema trata de formar el árbol en eje para favorecer la captación de luz. La poda se basa en la limpieza manual de ramas que puedan hacer competencia al eje, podando o rebajando el resto de ramas de manera mecánica en verde. En el segundo sistema, se trata de crear un muro frutal, utilizando la poda mecánica en verde para rebajar crecimientos (ambos lados y altura) y mantener el volumen del árbol dentro de unas dimensiones limitadas por la máquina cabalgante (anchura de 0,8 m y una altura máxima de 2,5 m). Con el paso de los años parece que será necesaria la introducción de una poda manual ligera para eliminar ramas vigorosas tanto en árboles jóvenes como adultos.

La recolección de este tipo de plantaciones se realiza mediante las máquinas cabalgantes utilizadas en las plantaciones de olivos en alta densidad. Aun así, es necesario modificarlas y adaptarlas al cultivo del almendro, ya que éste es completamente diferente al olivo y no presenta ni el mismo tipo de ramificación ni las mismas necesidades de vibración.

Finalmente, otro aspecto a tener en cuenta en este modelo es la elevada inversión inicial, aproximadamente 14.000-16.000 €/ha, frente a los 6.000 €/ha de inversión en el modelo tradicional. A pesar de este mayor gasto inicial, será necesario conocer la rentabilidad final de este modelo.

Estos dos nuevos modelos productivos comentados presentan incógnitas que aún no han sido despejadas. Así, muestran tanto aspectos positivos (incremento de la producción de las plantaciones en los primeros años y recogida mecánica en continuo), como negativos (elevado coste de plantación, dificultad de manejo, etc.), pero sin duda será en los próximos años cuando se podrá valorar su interés respecto a su sostenibilidad agronómica, económica y medioambiental.


Manejo agronómico del cultivo

Aún con la mejora productiva del almendro debida a la implantación de nuevos modelos más intensivos, aún queda una importante labor de mejora en el manejo agronómico del cultivo que también podría ayudar a incrementar el potencial productivo de las nuevas plantaciones de almendros (tanto en secano como en regadío), y superar así los umbrales productivos comentados anteriormente.

El manejo agronómico del cultivo, formación y poda, riego, fertilización y prácticas fitosanitarias marcaran el éxito o fracaso de la plantación. A continuación se analizan diferentes prácticas agronómicas que pueden ayudar a mejorar la productividad, a partir de la mejora de los componentes del rendimiento productivo, número de flores, cuajado y peso del grano (Figura 13). Estos parámetros que a su vez dependen de la combinación variedad-patrón, están muy influenciados por las condiciones agroclimáticas de la zona y del manejo agronómico que se aplique.
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Número de flores

La inducción y la posterior diferenciación floral del año anterior determinan el número y la calidad de las flores de la campaña siguiente, y estas a su vez condicionaran la futura cosecha de almendra. Ambos procesos fisiológicos están condicionados por las características agroclimáticas y el estado del árbol (luz, temperaturas, lluvias, régimen hídrico, carga productiva, etc.) en el momento en que se producen.

El número de flores es uno de los integrantes del potencial productivo en el cual se puede incidir en menor medida, ya que tiene un fuerte componente genético. La floribundidad o densidad floral está muy ligada a la variedad, así se pueden encontrar variedades como ‘Soleta’ o ‘Vairo’ que presentan una elevada densidad floral año tras año, en cambio otras como ‘Mardía’ o ‘Marcona’ presentan menos flores y mucho más repartidas en ramas del año. Aun así, mediante el manejo se puede promover una mejora e incremento de los órganos productivos y un mayor volumen eficiente para albergar las flores y posteriormente los frutos.

El almendro puede producir flores en ramilletes de mayo, brindillas y ramos mixtos, pero la mayor concentración de yemas de flor se produce en los ramilletes y eso determina la densidad floral de cada variedad. En ensayos IRTA (Vargas et al., 2009) se analizaron diferentes variedades y se encontró que como mínimo el 40% de los frutos estaban localizados en ramilletes de mayo, pudiendo llegar a valores del 70% en variedades como ‘Tarraco’.

El manejo agronómico, principalmente el riego, la fertilización y la poda anual determinará el crecimiento de los diferentes órganos productivos, su viabilidad y la vida útil a lo largo de los años. Anualmente, se debe pretender la creación de nuevos órganos vegetativos y productivos y la renovación de los órganos productivos ya existentes.

En la Figura 14 se puede observar la evolución de una rama de almendro de diferentes edades con las brotaciones anuales (mixtas, brindillas y ramilletes de mayo) y los frutos insertados en ellas (De Jong, 2016). La mayor concentración de almendras se produce en las ramas con más de dos años de edad, principalmente allí donde el año anterior se insertaron los ramilletes de mayo, pero también se pueden encontrar almendras en ramas de un año edad (normalmente almendras individuales, fruto de una sola yema floral). Este comportamiento productivo, indica la importancia de favorecer la creación anualmente de nuevas estructuras vegetativas para poder insertar más ramilletes, pero también la necesidad de renovar y alargar la vida útil de los ramilletes ya existentes (estos tienen una vida útil limitada). Es importante que con un buen manejo agronómico se puedan mantener y renovar todos los órganos productivos para limitar la vecería.
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Finalmente, constatar que el número de flores está condicionado también por el volumen de copa que se pueda alcanzar con los árboles de la parcela. Así un menor número de árboles por superficie (marcos de plantación amplios) implica un volumen de copa por árbol mayor que en marcos de plantación más estrechos; pero lo que interesa no es el volumen total por una superficie determinada, sino el volumen eficiente. Consecuentemente, en los nuevos modelos productivos será muy importante tener en cuenta dicho volumen, el cual pueda maximizar el número de flores, y que a su vez, permita alcanzar el máximo potencial productivo del almendro.

Cuajado

Uno de los principales problemas que ha sufrido el cultivo del almendro en España ha sido la inadecuada polinización de las plantaciones, repercutiendo negativamente en el cuajado final. La mayor parte de las variedades de almendro cultivadas eran auto-incompatibles, por lo que necesitaban que sus flores fueran polinizadas por polen procedente de una variedad diferente y compatible, además el transporte del polen de unos árboles a otros se debía realizar con insectos polinizadores (principalmente abejas). Con la incorporación del carácter de la autofertilidad como uno de los principales objetivos de los programas de mejora genética (principalmente españoles) el problema se solucionó. Actualmente, la mayoría de plantaciones ya se establecen con variedades autofértiles, y con un diseño monovarietal que mejora su manejo agronómico. Sin embargo, aun siendo la mayoría de variedades autofértiles, estas no presentan los mismos niveles de cuajado, que junto con la floribundidad condicionan los niveles productivos (Miarnau et al., 2016). El cuajado de algunas de las nuevas variedades presenta valores inferiores al 20%. Estos valores pueden mejorar con la ayuda de agentes polinizadores (mejorando la polinización) y/o con un adecuado manejo agronómico de los árboles en momentos determinados (mejorando la fecundación de las flores como se indica a continuación).

Mejora de la polinización

Cuando se cultivan variedades autocompatibles (autofértiles) los árboles son capaces de utilizar su propio polen para fructificar. Sin embargo, hay que destacar que, en las plantaciones monovarietales con variedades autofértiles, es también recomendable instalar colmenas de abejas o abejorros para favorecer el movimiento del polen en la misma flor y entre flores (mínimo de 4-5 colmenas/ha).

En estudios realizados por el IRTA (Miarnau et al., 2013), con la utilización de abejorros en una finca de la variedad ‘Guara’ se obtuvo una mejoría en el cuajado medio de los árboles más cercanos a las colmenas (>50%), incrementando la polinización de norte a sur y con una distancia óptima de trabajo hasta los 70 metros alrededor de la colmena. Estos resultados muestran la importancia de estos agentes polinizantes en el cuajado final de la plantación.

Mejora de la fecundación y del cuajado

Después de la polinización, la siguiente etapa es la fecundación del ovulo y posterior cuajado del fruto. Anteriormente, durante y después del cuajado se producen una serie de caídas fisiológicas que pueden ser debidas a distintos factores, procesos de mala diferenciación, mala fecundación, mal cuajado y caída de frutos por competencia (Figura 15).
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El almendro al igual que otros frutales muestra un efecto regulador de la carga productiva que puede ocurrir ya en la inducción y diferenciación floral (año anterior) o en la caída de botones florales, flores y frutos (año en curso), para poder alcanzar un buen equilibrio entre producción y crecimiento vegetativo. Todos estos procesos dependen de cada variedad, pero están condicionados por la climatología y por el manejo del cultivo.

Para estudiar y caracterizar dichos procesos en diferentes variedades, el IRTA a partir del 2015, inició varios ensayos en una parcela experimental ubicada en Borges Blanques (Lleida) (Miarnau et al., 2017).

Las caídas fisiológicas ocurren en tres etapas distintas. En las variedades tardías, en primer lugar, se da una caída que ocurre durante las dos primeras semanas de marzo (yemas y flores), la segunda durante los últimos días de marzo y los primeros de abril (flores y frutos), y finalmente la tercera entre finales de abril y principios de mayo (frutos). Resultados similares ya fueron descritos anteriormente por Polito et al. (1996) y Kester y Griggs (1958) (Figura 16).
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Una vez conocidas las caídas fisiológicas (localizadas en el tiempo y órganos afectados), se puede analizar cuáles pueden ser las herramientas a utilizar. En primer lugar, para poder intervenir y evitar las caídas fisiológicas se debe considerar el ciclo del almendro como un ciclo bianual, con un primer año en el que se puede incidir en la inducción y en la diferenciación y un segundo año donde se puede intervenir en la polinización, la fecundación y en el crecimiento de los frutos.

Durante el primer año de este ciclo bianual, normalmente la inducción se produce en el verano (Felipe, 2000) y es el momento en el cual se produce el cambio fisiológico en las yemas, que provoca la transformación de las yemas vegetativas a yemas florales. Este es un momento crítico, ya que el estado hídrico y nutricional del árbol junto con el equilibrio carga productiva versus vegetación determinará la mayor o menor inducción.

A posteriori, se produce la diferenciación floral en la cual se producen los cambios morfológicos con los que se originan los primordios florales, determinando la calidad de las futuras flores. Este proceso normalmente se produce a finales de verano y se puede alargar durante todo el otoño. En este momento, al igual que en el de la inducción, también es clave el estado hídrico y nutritivo de los árboles, pero también tienen una gran influencia las elevadas temperaturas que pueden provocar malformaciones con la consiguiente esterilidad femenina (pistilos estériles o mal formados) (Felipe, 2000) (Figura 17).
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En cuanto al segundo año (año de la floración y cosecha), es el periodo en el cual se puede incidir en la mejora del cuajado y del crecimiento de los frutos para evitar más purgas fisiológicas.

En el primer caso, cuando el polen ha llegado al estigma y ha germinado, se inicia el crecimiento del tubo polínico, que será el responsable de la fecundación del óvulo. En este momento el nivel de reservas de carbohidratos del año anterior puede influir positiva o negativamente en la velocidad de crecimiento del tubo polínico y de que alcance con éxito al óvulo (cuajado). También es importante la reserva de azúcares para ayudar a que el tubo polínico crezca bien.

Además, también los niveles de micro-elementos como el boro (B) y zinc (Zn) son importantes en este proceso, por lo que es necesario conocer las analíticas foliares del año anterior (realizadas en julio) y subsanar posibles deficiencias (Nyomora et al., 2000). Si los niveles son bajos, podría conducir a un mal cuajado y a una posterior caída fisiológica.

Finalmente, el crecimiento de los frutos cuajados se produce en clara competencia con el crecimiento de las hojas del árbol, en consecuencia un mal equilibrio nutricional e hídrico puede provocar una reducción del crecimiento tanto de los frutos como de las hojas que puede repercutir negativamente, en una caída fisiológica por competencia, o en un menor calibre final de los frutos, y un menor crecimiento vegetativos de brotes (Figura 18).
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Figura 18. Diferentes tamaños de almendra de la variedad ‘Constantí’, algunos frutos se desprenden de los árboles (caídas fisiológicas), por mal cuajado o debido a la competencia por carbohidratos, en el momento del crecimiento del fruto.

Peso del fruto

Tal y como ya se ha avanzado en el anterior apartado, una elevada competencia entre producción y vegetación puede originar una reducción del calibre/peso de fruto, que finalmente condicionará la producción final. El peso del fruto es inversamente proporcional a la carga productiva. De aquí, que sea tan importante el efecto de las reservas del año anterior y el régimen hídrico y nutritivo del año en curso, para el buen crecimiento y desarrollo de las almendras y de las brotaciones sin que se produzcan efectos de vecería.

Además, el peso del grano, como tercer componente del rendimiento productivo, condiciona la producción final de la plantación, ya que con el mismo número de almendras, pero dependiendo de su tamaño la producción puede llegar a ser mayor o menor (Goldhamer y Fereres, 2017). El peso del grano es un carácter con un elevado determinismo genético, pero como ya se ha comentado que está condicionado por la carga, pudiéndose encontrar diferencias entre variedades de 1 g y dentro de la misma variedad se pueden encontrar diferencias de 0,8-0,9 g (Miarnau et al., 2018), dependiendo de las condiciones del año. Esta variabilidad, puede provocar una reducción o incremento de cosecha mayor al 50%, dependiendo de las condiciones de crecimiento del fruto.

En el crecimiento del fruto es importante la disponibilidad de agua de riego durante los meses de abril a junio (Girona, 2007). Sin embargo, a principios de mayo el fruto ya casi está completamente desarrollado, indicando que los meses de abril-mayo son clave en el crecimiento de la cavidad de la almendra que determinará el tamaño final del fruto. Además, durante los meses de primavera y verano, el riego y la fertilización no solo serán fundamentales para la producción final y el rendimiento al descascarado, si no que también lo serán para el crecimiento vegetativo de los árboles.


Conclusiones

Las nuevas variedades, porta-injertos y los nuevos modelos productivos ayudaran a incrementar la productividad del almendro en España en los próximos años. Sin embargo, todavía queda recorrido en la mejora agronómica del cultivo, el cual puede permitir sobrepasar las producciones que actualmente se pueden alcanzar. En los próximos años, será posible encontrar fincas comerciales con producciones superiores a los 3.000 kg de grano/ha, cuando el manejo agronómico sea el óptimo y las condiciones agroclimáticas sean favorables.