Conservación de germoplasma de brásicas en bancos de semillas, un recurso al servicio de la horticultura

Las colecciones de germoplasma garantizan la conservación ex situ a largo plazo de una gran cantidad de material genético con un uso potencial de valor incalculable, y lo ponen a disposición de los usuarios, entre los que se encuentran los mejoradores vegetales. En este trabajo se hace una revisión de la situación de las colecciones de germoplasma del género Brassica actualmente disponibles, tanto de formas cultivadas como silvestres, con especial énfasis en las colecciones españolas documentadas en el Inventario Nacional de Recursos Fitogenéticos. También se estudian las principales colecciones de germoplasma de Brassica del mundo.

Fecha: 07-Apr-2017

Fuente: Interempresas

En el Neolítico las poblaciones humanas cambiaron la técnica de obtención de alimentos basada en la caza y la recolección por otra en la que los alimentos vegetales se producían de forma dirigida. A partir de ese momento, los procesos de selección empírica que iniciaron los primeros agricultores en diferentes zonas geográficas, buscando respuestas a necesidades y usos concretos, generaron una gran variabilidad genética en las especies cultivadas. Esta diversidad está sufriendo una importante erosión desde el momento en que las numerosas formas que se mantenían en pequeñas explotaciones, unas veces para autoconsumo y otras para su comercialización a pequeña escala, comenzaron a ser sustituidas por un número reducido de variedades procedentes de la mejora científica. Estas variedades, más aptas para los grandes mercados, más productivas y con resistencias a múltiples factores bióticos y abióticos tienen en general una base genética más estrecha que las formas más primitivas.

El reconocimiento de esta rápida pérdida de genes y genomas llevó a la comunidad científica a emprender acciones orientadas a conservar la diversidad vegetal, presente tanto en las especies cultivadas como silvestres de uso potencial en alimentación y agricultura. Desde el siglo XIX, pero con especial atención a partir de las décadas de los 60 y 70 del siglo XX, la conservación de los denominados recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura pasa por el estudio de su cultivo, la búsqueda y obtención de material, con especial interés en las variedades tradicionales, y su custodia a largo plazo en infraestructuras destinadas a tal fin.

En España, el Programa Nacional de Conservación y Utilización Sostenible de los Recursos Fitogenéticos para la Agricultura y la Alimentación constituye el marco de acción a nivel nacional para la conservación de la diversidad genética de los cultivos y la investigación de los materiales con vistas a su utilización. Actualmente participan en el Programa Nacional 37 instituciones públicas.

La producción hortícola ha sido y es un elemento clave de la seguridad alimentaria mundial. A lo largo de la historia los huertos han abastecido a la población de elementos imprescindibles en una dieta sana y equilibrada. Durante muchos años se han cultivado variedades locales o tradicionales, muy arraigadas a los usos y la cultura de las poblaciones que las han mantenido, en muchos casos, como un elemento clave de su idiosincrasia. En los pequeños huertos familiares y locales aún se mantienen coles, tomates, pimientos, calabazas y otros productos ‘de la tierra’. Por este motivo, el grupo de plantas de uso hortícola es habitualmente el objetivo principal de los trabajos de recolección de germoplasma para su conservación en bancos de semillas. En este trabajo vamos a referirnos a las formas de brásica tradicionales de nuestro país, sin incluir formas de extensión reciente como el romanescu, el pak-choi, el bok choy o el repollo chino.