¿Qué futuro le espera al sector de las aromáticas?

Los aceites esenciales están en auge por la perfumería y la cosmética como mercado más sustancioso que, según cálculos del sector, mueven en el mundo más de 1.000 millones de dólares.

Fecha: 08-Nov-2017

Francia sigue ejerciendo la hegemonía en la explotación de plantas aromáticas, fundamentalmente de lavanda y lavandín, con cerca de 24.000 hectáreas cultivadas en la región de la Provenza, la cuna del parfum.

La gran demanda de la industria empeñada en sustituir todo lo que huela a sintético por exigencias de un consumidor más naturalista y ecológico, abren un hueco para los pocos productores españoles que ya han visto su oportunidad.

En la asociación ANIPAM creen que, con apoyos, en cuatro o cinco años podrían igualar potencial al país vecino que tiene además algún problema de hongos. Un handicap, romper con el aparente secretismo en las formulaciones que -dicen- les impide organizar un crecimiento sostenible.

El yacimiento de Atapuerca, en Burgos, ya desveló que el hombre primitivo, hace 35.000 años, recolectaba manzanilla y valeriana, y que utilizaba las plantas aromáticas como repelentes de insectos o aromatizantes en sus refugios, más allá del uso en otros ritos. Observando el comportamiento de los animales, asentaron casi sin darse cuenta la génesis de la primitiva medicina que evolucionaría de civilización en civilización, hasta nuestros días. De hecho, otras excavaciones arqueológicas han evidenciado la especialización que lograron los romanos, por ejemplo, con el envasado de cosméticos donde se ha podido comprobar, 2.000 años después, cómo evitaban el plomo u otros ingredientes tóxicos en sus composiciones.

Alberto Ugarte, productor de aromáticas con su empresa “Alcarria Flora” recurre a la historia para ensalzar el valor estratégico de unas producciones que hoy vuelven a coger auge. Recuerda en este sentido cómo en el siglo I, Dioscórides, médico griego de los ejércitos de Nerón, escribió el primer tratado de herboristería de materia médica con más de 600 especies vegetales descritas que ha sido utilizado como manual hasta el siglo XVII; hoy se siguen publicando nuevas ediciones (Font-Quer, 2001). O cómo el médico personal del emperador Marco Aurelio, desarrolló en el siglo II la medicina herbolaria, inspirándose en las teorías de Hipócritas y Aristóteles. Así lo pudo exponer en las jornadas que la Asociación de Productores organizó en la localidad alcarreña de Brihuega (enero 2017), una de las provincias protagonistas en la expansión del cultivo de estas especies.

Diez años después de las primeras experiencias, el mercado de las esencias entra en ebullición, y por eso, el agricultor demanda información.

En el mismo encuentro, la titular del departamento de Farmacología de la Universidad Complutense de Madrid advirtió que “en los últimos treinta años se viene observando cómo los productos de origen vegetal están despertando un renovado interés en los ciudadanos, pues intentan encontrar en ellos la solución a algunos de sus problemas de salud”, a pesar de que los fármacos de síntesis todavía jueguen un papel preponderante en la terapéutica. Asimismo subrayó que gracias a los avances de las nuevas técnicas analíticas y experimentales, “hoy se pueden conocer la composición química de la mayoría de las especies vegetales utilizadas por la industria farmacéutica, su estructura o concentración de los principios activos”.

Al calor de estos movimientos, en 2009, un grupo de lavandicultores españoles decidió crear la Asociación Nacional de Plantas Aromáticas, ANIPAM con vocación interprofesional para ordenar el más que evidente crecimiento de los cultivos. De momento representa a los poco más de 200 productores que producen diferentes especies en tan solo 3.000 hectáreas, aunque sobre todo lavandas y lavandines. Nada comparable a las 24.000 ha de la Provenza francesa, referente mundial en la extracción de esencias naturales para una industria multinacional que sigue buscando aceites y esencias en medio mundo.