Aragón. Joaquín Olona: “Las ayudas de la PAC deben ir a los agricultores que viven de la actividad agraria”

Aragón ha elaborado un modelo de PAC en el que se pone el foco en que las ayudas vayan dirigidas a los agricultores cuya renta depende en mayor medida de la actividad agraria. Una propuesta que se ha presentado a otras autonomías y a Europa y que desde la comunidad se va a seguir defendiendo por considerar que es más beneficiosa que el sistema actual para este sector. En una entrevista en la revista Agro de elEconomista, el consejero de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, habla de esta propuesta y de los principales problemas que afectan al sector.

Fecha: 21-Nov-2017

Fuente: Crisolar

Aragón ha presentado una propuesta de reforma de la PAC. ¿En qué consiste?

La idea clave es focalizar la ayuda en los agricultores que más dependen, en relación a sus ingresos, de la actividad agrícola. El objetivo no es eliminar los derechos históricos. Esto implica concentrar la atención política en el modelo de agricultura familiar, que es la base de nuestra agricultura. Es decir en pequeñas y medianas explotaciones, que tienen una cierta dificultad en cuanto a dimensión, que entiendo consustancial a su propia naturaleza. Esto implica admitir una serie de ineficiencias económicas, pero eso a su vez no impide que haya que mejorar la estructura, la dimensión económica. Esto unido a la propia naturaleza de los mercados agrícolas, en los que el denominado fallo de mercado opera de una manera muy intensa hace que la ayuda a la renta, desde mi punto de vista, sea algo imprescindible.

¿Cómo se traslada esta propuesta a la realidad?

Primero hicimos un modelo teórico y lo que hemos hecho es responder a qué ocurriría en Aragón si lo aplicásemos. Lo que se produce, bajo la hipótesis de mantener el mismo presupuesto, es una redistribución de la ayuda entre beneficiarios. Desde luego es impensable que, sin aumentar el presupuesto, vaya a aumentar la ayuda y mejorar la renta si no hay una redistribución de ese presupuesto entre los beneficiarios. Por lo tanto, lo que sucede es que se reduce el número de beneficiarios. Como preveíamos, dejarían de serlo quienes tienen un perfil con una dependencia económica de la agricultura muy pequeña y, sobre todo -y esto no era tan evidente-, tienen una productividad muy escasa.

En muchos casos, y eso tiene que ver con los derechos históricos, no producen nada. Por lo tanto, estamos hablando de un colectivo de beneficiarios, y esto ya es un juicio de valor, que poco pueden aportar a la mejora del sector. Estos beneficiarios dejan de serlo, lo que permite que ese dinero que ellos ya no percibirían vaya en beneficio del colectivo que queda, que tienen un perfil que es justo el contrario: una elevada dependencia económica de la actividad agraria y una mayor productividad.

¿Qué tipo de modelo configuran?

Fundamentalmente, son explotaciones agrarias familiares. Los que dejarían de cobrar en Aragón serían un 21,52 por ciento y seguirían cobrando un 78,48 por ciento. Con el sistema propuesto, las rentas mejoran significativamente y se aproximan mucho más que en el sistema actual, sobre todo, en el caso de Teruel. El objetivo no es igualar las ayudas, es aproximar las rentas, porque igualando las ayudas no se consigue equiparar las rentas.

Y, ¿por qué se opone el sector?

Me sorprende que no tenga más apoyo por parte de los agricultores que están viviendo de la agricultura. Un factor que creo que lo justifica es que desconocen y no son conscientes de que su renta -IRPF- es tan exigua. El 95 por ciento de los agricultores -persona física- de Aragón tiene una renta anual menor de 6.000 euros, sin la ayuda. El MAPAMA considera que un agricultor para tener una vida digna debería tener una renta de 28.000 euros y, en la comunidad aragonesa, una renta así prácticamente no la tiene nadie. Es el uno por ciento. ¿Cómo proponemos compensar? Si no se llega a esa renta -tomando como referencia los 28.000 euros-, la ayuda consiste en que se llegue. Otra posible razón es que hay un miedo terrible al cambio

¿Qué posibilidades hay de que salga adelante?

Sin el apoyo del sector, ninguna. Ningún gobierno va a hacer -yo desde luego no lo haré-, una política en contra del sector. No he llegado al punto ni mucho menos de tirar la toalla. Todavía estamos en fase de explicar y hacer ver las ventajas al sector para conseguir su apoyo, porque hay un problema de información. Estos conceptos a mí me pueden parecer claros y sencillos porque trabajamos en esto, pero a lo mejor no son tan fáciles sobre todo cuando supone un cambio bastante importante.

¿Se ha presentado la propuesta a otras autonomías?

Sí. Todas las autonomías se han interesado de una forma u otra. No ha habido una oposición beligerante, pero tampoco un apoyo decidido. En Europa sí valoraron positivamente el análisis. Sería un ejercicio interesante que se analizase a nivel de autonomías, nacional y europeo. Hemos llegado a proponer una fórmula que no pretendo verla en un reglamento, pero el concepto es perfectamente trasladable a todos los países.

Uno de los problemas del sector es la crisis en la fruta de hueso. ¿Qué soluciones hay a corto plazo?

En el corto plazo, hay soluciones meramente de parcheo. Las explotaciones familiares lo que necesitan, y resulta imprescindible, es que tengan estructuras comerciales eficaces donde se dé solución, porque con una producción de una, tres o siete hectáreas no se puede exportar ni ir a vender a ninguna cadena ni supermercado. No estamos, en mi opinión, ante un problema de exceso de producción, sino más bien de déficit de capacidad comercial. Si no tienes estructura comercial, todo lo que produzcas puede ser excesivo. Y, si admitimos que es un problema estructural, no se puede resolver de la noche a la mañana. No hay soluciones inmediatas, se necesitan decisiones inmediatas.

¿Qué soluciones estructurales se pueden adoptar?

La solución son las estructuras comerciales, defendiendo la pequeña explotación familiar que es nuestro modelo, pero sabiendo que la comercialización tiene que concentrarse. Esto no quiere decir que haya que fusionarse. ¿Qué hay que hacer? En el fondo estamos todos de acuerdo. Hay no solo que concentrar, sino organizar la oferta. Ejemplos tenemos en Aragón en el porcino y en el vino, pero en la fruta sigue habiendo mucho caos. Nuestro sistema agroalimentario requiere una estructura comercial y una apuesta por la internacionalización potentísima. Si el vino y el porcino no se hubieran internacionalizado, no existirían. Pero para internacionalizarse han seguido un recorrido. Hace falta voluntad de organizarse. Desde el gobierno tenemos que intentar liderar ese proceso y ayudarles.

Cataluña es el principal mercado de Aragón y viceversa. ¿Cómo está afectado el desafío independentista catalán?

De entrada perjudica. Todas las previsiones macroeconómicas son negativas. No nos equivoquemos en poner el veto a los productos catalanes porque tienen materias primas de Aragón o de Extremadura. Además, la imagen que se está transmitiendo al mundo es preocupante. A los importadores trato de transmitirles que garantizamos y avalamos la solvencia y seriedad de las empresas. Si lo que estamos diciendo al mundo es que España es un país en el que no hay seguridad jurídica, esto es malísimo para el comercio internacional.

Aragón es un referente mundial en el sector del porcino, pero parejo está el problema de los purines ¿Cómo se está solucionando?

El porcino ha demostrado que es muy competitivo y también exporta. Hemos hecho todo estupendamente, pero hay una cosa de la que depende que sea un éxito o un monstruo con pies de barro: los purines. Queremos crear un cluster del porcino y mi propuesta es que se centre en resolver el problema de los purines, que nadie ha resuelto. Tenemos que ser muy conscientes de que el porcino ha hecho “pluf” en otros ámbitos por no resolverlo. Mi propuesta es que la solución sea emplearlos como fertilizante. Ha habido años atrás un empeño en utilizarlo como fuente de energía renovable y eso ha sido un fracaso. No me canso de decirlo. Hay que abandonar la idea de utilizarlo como biogás. Esto se dice pronto, pero no es tan fácil. Propongo que el cluster trabaje en esto porque es el gran reto tecnológico e institucional.

¿Qué líneas comprende el decreto de gestión de purines?

La idea fundamental es utilizar el purín como fertilizante. También se apuesta por el modelo de centros gestores. Es una innovación que se ha hecho en las localidades zaragozanas de Ejea de los Caballeros y de Tauste. Se trata de que el propio ganadero no es quien tiene que garantizar la correcta aplicación de los purines, sino alguien que esté autorizado para hacer esa correcta gestión y que cuente con una autorización administrativa. Introducimos la figura del gestor de purines que es a quien se le va a exigir la responsabilidad de esa correcta gestión. Si un ganadero quiere autogestionarse el purín, le vamos a dejar, pero tendrá que tener autorización administrativa. Otra idea clave es que, si ese purín no se gestiona atendiendo a ese objetivo de fertilizante bajo las condiciones que aseguran el uso sostenible, pasa a ser considerado un residuo, lo que implica que se le aplica la ley de residuos y su régimen sancionador.

El lobo ha llegado a Aragón y se ha apostado por la convivencia con la ganadería, que es rechazada por el sector.

Bajo ningún concepto voy a asumir ninguna medida en contra del lobo. Además es contradictorio, y particularmente dentro del sector. La ganadería extensiva cuenta con un mayor y mejor reconocimiento social porque nuestros ecosistemas están muy vinculados a ella y, si se cae, tenemos problemas ambientales. Pero hay que ser coherentes. No podemos decir que la ganadería extensiva favorece la biodiversidad y, a continuación, decir que hay que quitar el lobo. No vamos a aplicar políticas de reintroducción de lobos ni de ninguna especie.

En todas las comunidades hay lobos, aquí también los va a a haber y no vamos a poner ningún muro ni vamos a realizar ninguna acción en contra de ese proceso natural de expansión de una población que está protegida. Algunas medidas que se están exigiendo serían delito. No haré lo que me digan porque no voy a cometer un delito y considero, además, que es ir en contra del argumento que justifica la ayuda a la ganadería extensiva, que es su contribución al mantenimiento de los ecosistemas.

Los datos facilitados por UPA apuntan a 4 millones anuales en pérdidas por el ataque del lobo. Entonces, ¿cómo se soluciona el problema?

Pagando. Y aquí viene un elemento de coherencia. Si esas especies causan daños y perjuicios económicos -que los causan-, y mantenerlas responde a un interés general, no puede ser que lo paguen los perjudicados. Tenemos que pagarlo de una manera razonable, incluso, generosa. No tiene sentido que a un ganadero se le trate poco menos que como el causante del problema y someterlo a un procedimiento de inspección y de control, de “no me creo que haya sido un lobo…” para pagarle 60 euros. Lo que hemos hecho -aunque el sector no lo acepta-, es poner encima de la mesa un sistema de ayudas generoso que compense los daños que sufren los ganaderos y que se sitúa en el marco de una ayuda pública a la ganadería extensiva y, particularmente, en el ovino. El ganadero no cría corderos para que se los maten, pero está en la naturaleza y tiene que asumir los riesgos inherentes a ella. Quiero aclarar que los ganaderos tienen daños económicos y emocionales con los ataques. Tenemos que ser muy respetuosos y cuidadosos, pero diciendo la verdad.

 

Trabajamos en la mitigación, es decir, reducir emisiones no solo de CO2 porque el problema de las emisiones agroganaderas son el metano y el óxido nitroso; y también en adaptación al cambio climático, que implica adaptar cultivos y variedades. En el vino ya está pasando y vamos a ver cómo el viñedo se va a expansionar hacia latitudes más septentrionales. En el marco de la adaptación al cambio climático sitúo además la defensa de la regulación hidráulica. Va a haber un escenario de mucha mayor irregularidad y, para luchar contra ella, la adaptación es la regulación, los embalses. Me parece un completo error decir que no hay que hacer embalses porque ya no va a llover. Lo que va a haber es más irregularidad. Si no hay sequía, se olvida el cambio climático y eso es muy peligroso, al igual que olvidarse del regadío porque va a haber sequía. Soy ferviente defensor del regadío, que es la herramienta para luchar contra la sequía en nuestro contexto. Y regadío sin regulación es imposible.