Ángel G. Quintanilla: “La seguridad de alimentar al mundo está en el regadío más que en el secano”

Fecha: 22-Jun-2017

El dirigente de la asociación de comunidades de regantes del Duero trabaja aún por el sector a pesar de estar jubilado
Del Páramo, en León, ha vivido cómo se transforma socialmente toda una comarca gracias a la disponibilidad de agua para los cultivos.


Su carácter es indisoluble del corazón de la comarca del Páramo (León). La tierra le ha moldeado de la misma manera que él la ha trabajado siempre con esmero y constancia para obtener su mejor fruto. Ángel González Quintanilla (Grisuela del Páramo, 1947) ha vivido siempre donde nació, sin que por momento se le pasara por la cabeza trasladarse ni dedicar su esfuerzo a otra cosa al margen de su pasión: la agricultura. Desde hace mucho ha compaginado, además, las labores en el campo con la actividad constante en favor del sector y de sus compañeros agricultores. Ahora, aunque está jubilado, sigue presidiendo la asociación Ferduero de comunidades de regantes de la cuenca del Duero. Por el bien común aunque, a veces, implique el sacrificio propio.

Hoy es su hijo José Ángel, al igual que él hizo en su día, quien se encarga de gestionar la explotación familiar que ha pertenecido a varias generaciones. Ya son más, pero el presidente de Ferduero trabajaba 35 hectáreas de regadío. Los cultivo “clásicos” son alubias, trigo y maíz. Alguna temporada hay también remolacha.

Ángel recuerda de sus tiempos de chaval que casi todo era secano, con viñedo y centeno, hasta que el embalse de Barrios de Luna sirvió para que dispusieran de todo el agua que necesitaban para regar. “Fue un cambio tremendo. La zona se adaptó rápidamente. El embalse supuso un cambio total”, rememora con cierta incredulidad aún. Por aquel entonces se irrigaba poco, y siempre gracias a los pozos. “Algunos tenían ya 20 metros; que si seguíamos profundizando no hubieran enterrado a todos… Y había que ahondar más porque si no el agua la aprovechaba toda el vecino…”, explica Ángel.

“Estábamos esclavizados al trabajo desde pequeños”, lamenta. Tenía once o doce años cuando comenzó a llegar el agua y se hizo la concentración parcelaria. El viñedo desapareció al subir el nivel freático. Fue entonces cuando se produjo el milagro. No fue necesario transformar el agua en vino. Por sí solo revolucionó las producciones, las prácticas agrarias y la rentabilidad. Se dejó ver en poco tiempo también en el ámbito laboral y social del Páramo: casas nuevas y tractores proliferaron enseguida.

El actual presidente de Ferduero creció y estudió, “pero mi idea e ilusión fue siempre el campo”, matiza. Al acabar los estudios renunció a otros proyectos para hacerse cargo de la explotación familiar. A diferencia de sus tres hermanos, sigue en el pueblo. “He estado en la agricultura porque es lo que me ha gustado”, recalca una y otra vez. “Esto es ahora un hobby para mí” describe sobre la dirección que lleva a cabo de la asociación. Cuando trabajaba como regante le tocaba hacer más en el campo por las noches, hasta altas horas de la madrugada, y sábados y festivos. El resto del tiempo era para las gestiones y reuniones.

Más agua y energía menos cara

Empezó su actividad pública tras concluir la Dictadura como fundador de Unión de Campesinos Leoneses, que dejó para centrase en los asuntos de regadío. Presidió la comunidad de regantes de Santa María del Páramo Alto -estaba en Fenacore (Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España)- y, en 2008, crearon Ferduero. La asociación tiene ahora 236.000 hectáreas de riego asociadas. También es vicepresidente primero de la Confederación Nacional de Regantes. “La gente está contenta”, sintetiza de primeras.

“Tenemos muy claro que hay que hacer las cosas entre todos y para todos”, asegura. Incluso los no asociados se han beneficiado de algunas subvenciones logradas por Ferduero. La asociación aspira a contar con el respaldo suficiente para negociar con el Ministerio en nombre de todo el regadío. “Nos gustaría que nos comuniquen cuáles son sus problemas y defenderlos, porque sin conocerlos…”, medita.

Avanzar en la modernización de los regadíos y buscar la manera de almacenar más agua para años secos -con balsas o presas en ríos tributarios- son las asignaturas pendientes. El coste de regar es también muy importante, de manera que Ferduero compra la energía para el futuro. Ángel González Quintanilla es firme defensor de que el regante pueda hacer dos contratos al año: uno para cuando riega y otro para cuando no necesita impulsar el agua.

Tampoco duda de que el regadío es fundamental. “Los regantes no gastamos agua. La usamos para producir alimentos. La seguridad de alimentar al mundo pasa por el regadío más que por el secano”, afirma tajante.